Me duele el rostro, mi mejilla arde tanto que siento que me quema.
Él me pegó.
Ese animal se atrevió a golpearme como si él tuviera ese derecho, y además me insultó a sus anchas ¿Quién se cree? No es nadie.
Pero claro que esa no se la aguanto. No habrá manera, en el infierno, de que eso se quede de ese modo; ni hablar que me deje dar una cachetada por Adam y dejarlo así como si nada hubiese sucedido. No soy de ese tipo de mujeres que sus maridos les pega y se quedan como si nada, aguanta una cachetada y vendrán más y más.
No voy a permitirle eso, y menos a Adam Summer.
Me levanto del piso con toda la dignidad posible, y encaro su cara de bestia salvaje frente a mí, con la mejilla ardiéndome y completamente fuera de sí. Nunca, ni siquiera mi abuelo que le hice muchas en mi niñez, me dio siquiera una pequeña nalgada para que venga este idiota a ponerme una mano encima y que yo me quede como si nada hubiese ocurrido.
Maldito cabrón de mierda.
— ¡¿Quién... diablos te has llegado a creer para golpearme, animal! —bromo completamente fuera de sí.
Adam en cambio me toma con brusquedad, clavando sus dedos en la carne de mi hombro con toda la fuerza que le fue capaz, duele.
—Tú eres una mujerzuela, Cara —ruge alterado—. ¿Eres tan cínica que te atreves a restregarme en mi propia cara que te acostaste con ese imbécil siendo mi esposa?
—Es primer lugar, Summer: si yo me acuesto con todos los hombre de este maldito pueblo no es tu incumbencia, ¿es que acaso no te he dejado claro lo poco que significas para mí y que tú no eres nada en mi vida? Y en segundo lugar...
No le respondo con palabras porque ningunas palabras le dolerán más que lo que pienso hacerle a continuación. Lo miro con una pequeña sonrisa tirando de la comisura de mis labios, que él no logra entender. Tiene el rostro tan fruncido que incluso sus cejas se han convertido en una sola en su cara. Sin que él se lo esperase, pues está demasiado ocupado asesinándome con la mirada y apretando con fuerza mi brazo a la par que su mandíbula tan fuerte que sus dientes estaban crujiendo en su boca, tomo un gran impulso y levantando mi rodilla izquierda le golpeo con toda la fuerza que me es posible entre las piernas, donde más le duele a un hombre y eso está bastante bien comprobado a lo largo de los años. No falta mucho para que me suelte de su agarre.
Rio satisfecha al ver el dolor reflejado en su rostro.
— ¡Maldición, Cara! —brama de dolor al tiempo que cae de rodillas contra el suelo agarrando su entrepierna.
Me pongo en cuclillas, mientras él grita de dolor por el golpe. Sin duda parece como si se lo hubiese partido por cómo se queja. Con una mano tomo un puñado de sus cabellos castaños con fuerza entre mis dedos, tirando de ellos y con la otra, hundo mis dedos en su rostro hinchado por la reciente pelea, casi que clavándole las uñas cortas en la carne, la quijada.
— ¡Joder! —Se queja.
— ¿Te duele verdad? —Le agarro con más fuerza zarandeándolo un poco mientras él sigue quejándose. A mí no me golpea nadie y menos ese enfermo—. Que sea la última y primera vez que tú osas poner tus sucias y putrefactas manos sobre mí Adam Summer, porque te juro cucaracha de alcantarillado, que así como me ves sé utilizar muy bien una pistola y no dudaré ni un segundo en disparar, justo ahí donde ahora te agarras para que pierdas lo único que te hace hombre. ¿Estamos claros?
— ¡Eres una cualquiera! —Me insulta con rabia aun quejándose del dolor en su entrepierna. Le suelto de mi agarre y me pongo de pie—. ¿No te da vergüenza tu actitud? Tu abuelo debe de estar retorciéndose en la tumba de saber en la clase de mujerzuela en que te convertiste.
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Por una promesa © DISPONIBLE FÍSICO Y DIGITAL, AMAZON
RomanceCompleta/ Por tiempo limitado LIBRO 1 DE LA SERIE «AMORES INEVITABLES» Por una promesa es una historia de amor, pero también es de odios y rencores del pasado, una historia donde el odio juega un papel fundamental, y solo una fuerza mayor y superior...