32. La ventana del alma

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[EDITADO]

Cara:

El patio donde se lleva a cabo la celebración infantil—donde se puede apreciar un total de unos veinte niños entre chicos y chicas—está decorado con globos azules y blancos. Algunos juegos infantiles; como un castillo inflable por ejemplo, donde los niños se divertían a sus anchas, dulces, música y un enorme pastel de dos piezas, con los mismos colores de los globos. La cumpleañera lleva puesto esta tarde un vestido blanco que le queda muy bonito. En su cabeza sostiene una diadema con un lazo azul, y su cabello rubio cae hecho en rizos por su espalda.

—Qué bueno que viniste a mi fiesta —me dice Luana, contenta.

Estoy en cuclillas para estar a la altura de la pequeña y ella se me echa encima, abrazándome. Es una niña muy simpática y cariñosa.

—Y me alegra estar aquí. Gracias por haberme invitado, hermosa. —Me alejo de su abrazo y me permito darle un beso en sus mejillas algo rosadas. Es muy rubia y se parece mucho a... Adam—. Feliz cumpleaños y espero que cumplas muchos añitos más. Te he comprado un lindo regalo que espero te guste mucho.

—Gracias, seguro me gustara tu regalo. —Sonríe mostrándome sus dientes pequeños y blancos—. Los únicos regalos que no me gustan son lo de, Adam.

Frunzo el ceño y ella agrega:

—Siempre elige los más feos. Es un verdadero desastre.

Sonrío con ella.

—Cara, hola. —Escucho la voz de Melanie al acercarse a nosotros, me pongo de pie quedando a la altura de la mujer.

—Hola, Melanie —la saludo con voz suave.

Ella sonríe y acaricia la cabeza de su pequeña hija.

—Qué bueno que has venido, Luanita no dejaba de insistir en que quería que vinieras. Tenía a mi pobre hijo mayor hostigado preguntándole todos los días si al final ibas a venir o no.

Sonrío a boca cerrada clavado las manos en los bolsillos traseros de mis pantalones.

—Luana. —Una niña pelirroja con muchas pequitas en la nariz y de unos diez años, se acerca y arrastra a la pequeña Summer con ella, ambas se van corriendo y entre risas hacia los juegos inflables.

—Si ella me quería en su fiesta de cumpleaños aun cuando no hemos tenido la suerte de convivir tanto a pesar de ser la esposa de su hermano, yo no iba a ignorar su deseo.

Mis ojos se mueven por el patio y a cierta distancia, en una esquina y con algo plástico en la mano—un vaso — veo a Adam, mirándome. Mis ojos se quedaron fijos en él, lleva un pantalón gris bastante ajustado, una camisa negra se pierde en la cinturilla del pantalón con cinturón negro, y las mangas largas de la camisa las lleva rremangadas hasta los codos. Su cabello un desastre como siempre.

Pero ese cabello revuelto y sin peinar le da un aire atractivo e irresistible, pienso mordiéndome el labio y sintiendo cierto cosquilleo en el estómago.

Niego con la cabeza.

¿Pero qué rayos estoy pensando? Adam sigue sin dejar de mirarme, me sonríe a cierta distancia pero yo con lo pocas pulgas que soy no le devuelvo esa sonrisa. Además de que después de lo ocurrido la noche anterior entre nosotros dos, en su cuarto y en su cama donde en más de una ocasión se acostó con la arrastrada de Elena, tengo un lío bárbaro en la cabeza... Estoy muy confundida y anoche si apenas pude dormir decentemente, solo en la madrugada supe lo que fue cerrar los ojos y dormir.

Ni siquiera hemos hablado de lo sucedido, ni planeo hacerlo. Yo me vine a la fiesta por mi cuenta y en mi coche... No lo había visto hasta ahora desde anoche.

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