46. Atormentado

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Joselyn

Aún sigo impresionada con el hombre frente a mí, tan ardiente y sexy. Lo más bello y sensual que han visto mis ojos violetas tan únicos en mi vida. ¡Y vaya que yo he visto sementales bellos en esta vida!, pero no me dejo intimidar ni por su gruñido enojado ni la dureza en su rostro. Tengo frente a mí la cara de un hombre que luce en verdad muy enojado y me pregunto si es por mí, por la fotografía que le tomé, sin su permiso o hay algo más. Puedo jurar que es lo segundo. Soy muy buena analizando a las personas.

—Que derroche de amabilidad. —Es lo primero que digo, le veo alzar levemente una ceja, desconcertado ante mi gran sonrisa muy a pesar de su duro rostro—. ¿Siempre eres así de "amable" con la gente?

Me mira sin ninguna expresión en el rostro.

—Pregunté quién eres.

Trago duro. A pesar de todo y la manera como me está hablando debo admitir que tiene una voz bastante sensual.

Lo que sería escuchar esa voz en una cama y no precisamente rezando el ave María, pienso con un hilo de deseo recorriéndome por un hombre que está dándome una muy mala cara.

Camino más hacia él, a una distancia prudente me detengo. Soy baja y mis tenis no ayudan demasiado, así que tengo que alzar mucho la cabeza para ver la cosita ardiente que me sigue mirando con el ceño fruncido a los ojos.

—Quizás si me lo preguntaras con más amabilidad te diría quién soy —le digo, tranquila y sin apartar la vista de él que frunció los labios, chequeándome con su mirada plateada. Trato de ignorar el escalofrío que me recorre, pero ante lo intenso que es me resulta imposible.

—No quiero ser amable con alguien que me acaba de tomar una foto sin mi consentimiento, ¿no te parece que has sido un poco atrevida? —gruñe molesto.

Él me llama atrevida y yo quiero decirle en todos los idiomas lo hermoso que me parece y todas las cosas que me gustaría hacer con él, si se deja.

— ¿Ese es el problema? —Alzo mi cámara al aire, él la mira sin bajar la guardia—. Perdón entonces, de haber sabido que te ibas a sentir tan ofendido por una fotografía no lo hubiera hecho. Sin embargo, te juro que la intención no fue mala, en lo absoluto. Soy fotógrafa, y digamos que... me gusta fotografiar todo lo hermoso que se me aparece en el camino.

Sonrío con todos mis dientes a ver si le saco una sonrisa o al menos que se relaje. Nada, intento fallido.

Lo veo sacar las manos de sus pantalones de vaquero, sigo el movimiento sin perder detalle mientras le veo cruzar los brazos a su duro pecho ¡Wao! que manos tan grandes. Hechas para acariciar la piel de una mujer y algo más. ¿Pero en qué rayos estoy pensando?

Como se nota que estas en abstinencia sexual desde hace más de seis meses, Joselyn.

— ¿Fotógrafa? —Bien, vamos bajando el tono, pienso al notar que no me hizo la pregunta en tono golpeado.

—Sí —contesto, notando como su semblante duro baja poco a poco—. Perdón nuevamente por tomarte la foto. Si quieres ya mismo la borro si tanto te ha molestado que la tomara. No deseo incomodarte.

Obvio espero que me diga que no la borre. Así podría admirarlo a mis anchas desde esa foto.

—No puedes andar por ahí tomando fotos a la gente sin permiso —dice, tranquilo.

Curvo una de mis sonrisas inocentes con la que cae medio mundo.

—Tienes razón, pero ya te he dicho antes que no lo hice con mala intención.

Su altura me obliga a tener que levantar mucho la cabeza. Es muy alto y yo muy baja.

—No lo dudo —dice, con voz varonil y ronca—. Mucho gusto señorita fotógrafa atrevida. Ethan Forter.

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