XXII

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—¿No quisieras saber quién es? —pregunta Yein mientras escribe en su libreta la tarea de matemática que no había copiado en clase por estar pendiente del último chisme que corría en la escuela.

—Muero por saber quién es Mr. Swag —admito. Tanto misterio me estaba acabando.

—¿Mr. Swag? —deja de escribir la serie de operaciones para mirarme confundida enarcando una ceja al escuchar el reciente apodo que se me ha ocurrido para nombrar a ese chico anónimo escritor de cartas.

—Se me ocurrió llamarlo de esa manera —digo encogiéndome de hombros—. Creo que le gustaría mucho si lo escucha. Es apropiado destacando que enfatiza en usar esa palabra.

—Tengo algunas cuantas maneras que pueden ayudarnos a descubrirlo —asegura mi amiga dejando pasar lo del dichoso apodo.

Escucho atenta a Yein. Su lluvia de ideas llamada: "Descubrir la identidad secreta del misterioso escritor de cartas amante del rap Mr. Swag". En el fondo sabía que ninguna daría frutos y solamente estábamos perdiendo tiempo que podíamos usar en hacer las tareas, pero aun así no pierdo la concentración de todas sus ocurrencias, en encontrar los pros y contras de lo que va manifestando. Algunas eran imposibles de realizar. Eran divertidas de escuchar, hasta ella misma se reía de sus tontas ocurrencias.

Entre decidirnos por un plan e intentar concentrarnos en la tarea se nos pasa la tarde en mi habitación. Mi amiga comparó la cantidad de sus deberes con los de su hermanito. Deseo volver hacer un bebé de casi dos años. Ese niño era encantador.

Cuando el hambre ataca sin piedad nuestros estómagos, propuse ir a cocinar. Las dos estábamos hambrientas, no habíamos probado bocado desde el almuerzo. Hasta nos habíamos sentido mareadas por la falta de alimentos. Estaba esperando que Yein hubiera mejorado en los dotes del arte culinario desde su última visita. No fue así.

Nuestro festín alimenticio quedo en un simple intento mal ejecutado. Casi en una llamada a emergencias.

Cocinar algo decente estaba lejos de nuestras posibilidades.

—Somos un desastre —frustrada Yein manifiesta. Se había lastimado un dedo mientras cortaba las verduras, ahora se encontraba poniéndolo debajo de un chorro de agua—. Nunca me ha gustado cocinar. Siempre consigo hacerme daño cuando lo intento.

—Lo sé , somos peor que un desastre —respondí luego de mirar el pescado quemado que aún estaba pegado en la sartén, muy pegado, con una gran humareda decorando sus alrededores—. Sólo estuve distraída un segundo, no puede ser posible que se quemará de este modo.

—Debimos esperar a tu madre, no puedo creer que me convencieras de intentar cocinar -se queja lloriqueando-. Ella cocina delicioso. Tiene mi premio como la mejor cocinera. Supera a mi mamá, lo admito, aunque si pregunta diré lo contario.

—Estaba muerta de hambre y tú también. Además, creí que podías haber mejorado desde la última vez -suspiro todavía sin superar nuestro fracaso—. La próxima iremos directamente a la tienda.

—¿Qué te hizo pensar que había mejorado? En casa mamá no me deja entrar en la cocina por nada del mundo. Espero que tu chico de las cartas y el futuro amor de mi vida sepan cocinar para cuando se casen con nosotras, porque con esta comida vamos morir en menos de una semana.

—Él no es mi chico. No es mi chico.

Yein dando saltitos molestos mis lados cantando esa canción horrible de novios.

Pequeño Yoonsuk ven tranquiliza la locura de tu hermana.

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Love Letters《》 Min Yoongi (COMPLETA) ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora