LXIV

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He dejado a Sunhee bajo el cuidado de su amiga. La enfermera del colegio me repitió muchas veces luego de verme tan preocupado que ella estaría bien luego de la revisión de la enfermera. Que ya habían llamado a sus padre. Seguía intranquilo e inseguro de su estado de salud.

Ahora estaba buscando a la culpable. Estaba furioso.

Ni en mis peores sueños pensé ver a esa extraña chica de la biblioteca tratando de esconderse luego que Sunhee se desmayó a centímetro de donde yacía escondida. Tenía toda la pinta que había ocasionado el accidente. Cuando estuve tratando de socorrer de algún modo a la muchacha para la que escribía cartas la primera salió corriendo sin rumbo. No recordaba su nombre. 

Antes no la había seguido porque la integridad de Sunhee era primordial. Cuando la encontrará tenía planeado arrancarle alguna extremidad.

Me paro en seco cuando la veo venir hacia mí por el largo pasillo del segundo piso. Trae la cabeza metida entre los hombros, tomado sus manos y de adorno una horrible cara de pena.

Yo no soy quien habla primero cuando estamos cerca, ella lo hace.

—Yoongi, aquí estoy. Sabía que me estarías buscando —dice en en medio de una voz ahogada, mordisqueando sus labios ansiosa, sin dejar de mover sus dedos—. He venido a verte antes de que pierdas tu tiempo buscándome.

Resoplo.

—¿Por qué lo has hecho? —pregunto sin poder controlar mi expresión de enfado—. Has podido provocarle un gran daño irreversible ¿Acaso estas loca? —acuso.

Sus labios tiemblan ante la duda de hablar, lo consigue.

—Porque... no es justo... no es justo... justo que me haga sentir esta confusión —se detiene al no poder controlar su pronunciación entrecortada, respira audiblemente tomando su cabeza y cuando cree tener el control continúa—. No es justo que le des toda tu atención a esa estúpida que sólo consigue confundirme, poner mi complicada vida en un escalón de dificultad mayor... Tu me gustas Min Yoongi —suelta pestañeando sin que hasta ella misma crea sus palabras.

—¿Es broma? —digo incrédulo en medio de un bufido—. ¿Has hecho esta mierda por qué dices que te gusto? . Realmente debes estar muy loca.

Abre los ojos. Están llorosos.

—Una persona que actué de esta manera jamás. ¡Escucha! —digo elevando mi voz—. ¡Jamás, podría gustarme!. No cuando se porta como una jodida psicópata.

Sus lágrimas caen por sus mejillas. Ella para nada intenta ocultar su llanto.

—Mi padre es amigo del director de este colegio, decidió cambiarme de entorno... En la antigua escuela todos me odiaban —las lágrimas no la dejan hablar con claridad—. Mis padres pensaron que lograría hacer amigos en un nuevo ambiente pero nada cambio continuo igual, de la misma manera, nadie quería pasar el recreo a mi lado o compartir clases en una misma carpeta. Incluso me odiaban aún mas porque el director se mostraba amable conmigo —el recuerdo provoca que su llanto se intensifique y nuevos sollozos aparezca—. Un día... un grupo de chicas mayores se metieron conmigo, jalando mi mochila... parte de mi uniforme. Lo recuerdo tan bien —sigue diciendo  pronto una sonrisa leve corta su relato—. Ella, Sunhee, pasaba justo en ese momento por ahí comiendo un bocadillo, nuestras miradas se cruzaron, creía que ella me ignoraría de igual que los demás, estuve equivocada. Sunhee se enfrentó a las chicas mayores y me dejaron en paz, me pregunto si me encontraba bien, luego porque su amiga la llamó se fue sin oír mi agradecimiento. 

Sunhee la había ayudado en el pasado y ella le agradeció lastimandola. 

—Entonces desde ese día pensé que si tenía la oportunidad podía ayudarla o volverme cercana, ser su amiga. Ninguna de esas posibilidades se presentó —sigue contando ya limpiándose las lágrimas con las manos—. Decidí conformarme con mirarla desde lejos después de todo no me gustaba hablar demasiado. Estaba bien para mí. Así lleve un tiempo feliz, después cambió cuando apareciste en la ecuación —su expresión se enfurece—. Te vi dejar desde el comienzo las cartas. Empezaste a interesarte en ella, averigüe que clase de persona eras. Supe que era raro que empezaras mostrar tanto interés en alguien. Entonces la confusión comenzó. Me molesto la atención que le estabas dando, que hubieras encontrado un medio que lograra vencer la barrera de tu timidez. Entonces supe que me gustabas... esa es mi única explicación. Eso tiene que resolver mi confusión. Tu me gustas y eso mi solución.

Tenía los conceptos de relaciones personales equivocados. También resalta que no sabe quien es ella realmente. 

Sunhee estuvo aguantándola en silencio, sin quejarse por mí.

—¿Estás segura que soy yo quien te gusta? —pregunto.

El miedo en sus ojos es si única respuesta.

—Eres patética. Has lastimado una persona que aprecias. Sunhee te importa más de lo que debería y eso te aterra. Te aterra tanto que has preferido pensar que la odias.

Su  llanto regresa.

—No digas eso —ruega tapando sus orejas—. Ella no me importa. No me confunde. Estas equivocado. Tú me gustas.

—Eres una persona horrible —susurro—. Tus sentimientos incluso sin confusos y dolorosos no pueden imponerse o darte la libertad de actuar de una manera despreciable, Oh Minji —recuerdo su nombre.

Guarda silencio mantiene su mirada fija en algún lugar. Sus brazos cuelgan derrotados a lado de su cuerpo.

—Ve a decir que has sido tú. No hagas ensuciar mi lengua delatandote. No quiero volver a verte —digo finalmente.

La dejo ahí. No miro atrás.

Escribirle a Sunhee fue un maldito error. Salió lastimada de dos formas emocional y físicamente.

Maldita sea.

Lo mejor sería no volver a escribirle.

Lo mejor sería no volver a escribirle

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Love Letters《》 Min Yoongi (COMPLETA) ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora