LXXXI

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El lugar hacia donde Yoongi me pidió seguirlo estaba lleno de árboles. Estos ocupaban la mayor parte del terreno, en un desvió cercano de mi ruta habitual. Estábamos ocultos por las ramas de los árboles. Pequeñas florecillas amarillas crecientes se esparcen por el suelo decorando en medio de lo verde del grass. El cantar lejano de algunos pajaritos es nuestra música de fondo.

—Es un buen sitio si quieres estar solo —dice el pelinegro explicando la tranquilidad de este sector.

—Se siente muy pacífico —digo, su mano que aún sostiene la mía no me deja pensar todavía correctamente.

—Tengo algo importante que decir —declara. Cierto rastro de formalidad se manifiesta.

—Dime, Yoongi —respondo.

El muchacho aprieta los labios antes de volver hablar.

—No es un lugar muy bonito —empieza exponiendo resignado. Vuelve a guardar silencio, luego de unos segundos continúa en dirección de aquello que desea decir—. Este lugar me agrada. Nadie molestara. Se relaciona con lo que haré.

Difícilmente alguien podría interrumpir, era perfecto para pasar  desapercibido. Es cierto.

—Ten puestos tus cinco sentidos alerta porque no lo repetiré dos veces —indica suspirando—.  Quizás no sea una magnífica confesión.

Confesión. Confesión. Confesión. Me he perdido.

El tacto suave de la yema de sus dedos que segundo antes estaban en contacto con la piel de mi mano ahora recorren un costado de mi cara. Creía imposible mi corazón latiera más veloz pero estaba equivocada. Lo estaba haciendo. Palpitaba sin control. 

Yoongi cierra los ojos mientras frunce por una milésima el ceño. 

—Sunhee —pronuncia mi nombre en un llamado cuidadoso como si fuera una nota musical—. Sunhee, me gustas. 

 Siento flotar. Flotar en las nubes. 

Creía ser capaz de poder volar en las nubes.

—Me gustas de verdad —vuelve realzar en un susurro armonioso.

Una única respuesta sale de mi garganta.

—También me gustas, Yoongi. Me gusta de verdad —me limito a decir. Estaba dicho.

—Era obvio —dice.

—Eres un tonto —contesto intentando no poner una sonrisa de oreja a oreja.

Sus dedos  inmóviles contra mi cara se mueven dejando caricias explosivas. De una manera explosiva que antes no sentí.

—Puedo sonar codicioso. Ni siquiera sé si voy soy lo suficiente bueno para ti pero tengo que preguntarlo —su voz tiembla. El nerviosismo en su voz es notorio—. ¿Quieres ser mi novia?

Hizo la pregunta finalmente.

—Sí, quiero ser tu novia —acepto. Si él estaba nervioso yo estaba muriendo—. Hubieras preguntado antes.

—Todo tiene un tiempo perfecto.

Sus dedos delinean inesperadamente el borde de mis labios. 

Yoongi empieza a inclinarse hacia mí en medio de una lentitud que resulta frustrante. Doy un suspiro cuando nuestros labios rozan. Se detiene del mismo modo repentino como en la forma que toco mis labios. Y no intenta nada más. Su aliento es una brisa provocativa.

No quiero que se detenga.

—Bésame —pido. Cierro los ojos no añado nada algo extra. 

Espero.

Sus labios tocan los míos pronto. Son suaves y cálidos. Llevan mi pulso volando entre esas aves de cantar lejano, no tiene retorno. El beso toma un ritmo suave y caótico. Toda la capacidad de pensar desaparece. No siento otra cosa que no fuera Yoongi besándome, besando mis sentidos. Besarlo es dulce, sus labios rosas son dulces.

Se aparta demasiado pronto para mi gusto. Tenía el aliento embotellado en mi pecho.

Nos observamos mutuamente. Nuestros labios entreabiertos seguían incapaces de dejar el deleite provocado. 

El pelinegro vuelve abalanzarse sobre mi boca para besarme de nuevo. Esta vez me permito tomar sus cabellos, lo atraigo hacia mí. 

Nos besamos de nuevo sin intenciones de uno de los dos ser el primero en apartarse.

Nos besamos de nuevo sin intenciones de uno de los dos ser el primero en apartarse

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Love Letters《》 Min Yoongi (COMPLETA) ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora