XXXIII

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Mis raspones cubiertos  y un moretón de mediano tamaño en la cara no evitaron que falta al colegio.

Hubiera preferido faltar porque no quería que se me queden viendo por como traía la cara. Ya tenía gracias a la singularidad de mi cara varias miradas tras de mí que no se cortaban ni un poco. En casa no me permitieron quedarme. Recibí en su lugar un regañado por haberme lastimado gracias a mi distracción en la calle. No tuvieron ningún tipo de consideración conmigo.

Por lo menos gracias a mi asistencia podía dar mi agradecimiento. Min Yoongi, tenía mi agradecimiento, también podría entregarle su pañuelo blanco. Me había encargado de lavarlo personalmente usando mi aromatizante favorito.

Ya faltaban unos cuantos minutos para que la alarma de entrada a clases sonora y las puertas se cerraran evitando que alumnos tardones quedaran fueran del instituto estudiantil. 

Tal vez él no vendría por algún motivo.

Estaba perdiendo la esperanza de verlo cuando el encargo de cerrar las puertas aparece, mis dedos que sostienen el llavero que cuelga de mi mochila se ponen nerviosos.

Mi esperanza renace tan pronto como desaparece, se esfuma cuando aparece acelerando el paso. Lleva el cabello alborotado en distintas direcciones.

—Yoongi —entono su nombre tratando de llamar su atención.

Lo consigo en el primer intento, no necesito hacer un nuevo esfuerzo.

Él se detiene. Elimino los pasos que nos separan. Camino hasta donde se encuentra.

—Hola —salude tímidamente, no espero que los segundos corran para expresar mi agradecimiento, antes que la verguenza me embargue por la penosa incidente que nos reunió en el poste de la esquina—. Quería agradecerte por haberme ayudado. Te lo agradezco mucho —esperaba estar mostrando correctamente todo mi agradecimiento. 

—No fue nada. Cualquiera te hubiera ayudado... ¿estás bien?

Asiento.

—Mucho mejor. Ayer dolía demasiado, ahora ya no tanto, voy a sobrevivir. Así que no te preocupes.

—Realmente te ves fatal, ¿Estas segura que te sientes bien?.

En una situación normal me hubiera molestado por lo que acababa de decir. Sabía muy bien de lo fatal de mi apariencia, no necesitaba un recordatorio.

Paciencia.

—Bueno, quería entregarte el pañuelo que me prestaste —dije ignorando su comentario, intentando sacarlo del bolsillo delantero de mi mochila donde lo coloqué la noche anterior luego de plancharlo.

—Puedes quedártelo, no necesito el pañuelo que ayer limpio tu sangre.

Detiene en seco mi acción.

Detiene en seco mi acción

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Love Letters《》 Min Yoongi (COMPLETA) ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora