XXXI

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De camino hacia la escuela venía releyendo el poema de la última carta, una sonrisa aparecía en mi rostro. No prestaba demasiada atención a lo que sucediendo en mi alrededor, no muchos autos pasaban por este camino por lo que no temía morir arrollada por ninguno.

El poema cada vez que lo leía me parecía más gracioso, genial y original. No podía superarlo aún. 

He perdido la cuenta de la cantidad de veces que leí completas las líneas poéticas. Cuando giro en la última esquina estoy cerca de mi destino, las posibilidades de lectura se iban a reducir en la escuela.

Apresuro mis pasos sin despegar los ojos de la hoja de papel donde yace.

Doy un siguiente paso, es ahí cuando siento el fuerte impacto contra mi rostro, también en ese momento recuerdo el poste de luz que se encuentra en el lugar, solía esquivarlo diariamente, sabía que ahí estaba, que siempre estuvo ahí. Demasiado tarde para recordarlo, demasiado tarde para prestar atención por donde caminaba. 

Mi cara parece explotar de la misma manera que un jarrón cuando cae en el piso. Esta vez no es el jarrón el que cae, caigo yo hacia atrás por el fuerte impacto. 

El dolor se intensifica cada segundo.

Mis lágrimas estaban a punto de derramarse, deslizarse en mis mejillas, mientras yacía tirada en el suelo, lágrimas de dolor y humillación, ridiculizada en el asfalto, mi llanto se detiene por la presencia de alguien cerca de mi cuerpo casi inerte.

Abro los ojos. Trataría de reconocer al espectador de mi desgraciado accidente.

 Min Yoongi. Lo conocía. El chico pelinegro pálido. 

Era una persona tranquila, esa impresión tenía de él. Lo había visto innumerable sin hacer el mismo alboroto que la mayoría de muchachos de la escuela.

—¿Estas viva? —pregunta mientras se agachaba a lado mío. En el lado izquierdo si era específica.

—Eso creo —puedo decir con dificultad en medio de un hilo de voz, estaba mareada.

Mira mi rostro sin ningún tipo de expresión alarmante. Su detiene en un punto fijo de esta.

—No te alteres y empieces a gritar —me advierte sin apartar la mirada de ese punto de mi cara donde presta su completa atención—. Un poco de sangre resbala por tu ceja.

—¿Enserio? —dije utilizando el total de mi calma, llamaba en medio de gritos internos a mi calma para que estos no se exteriorizan por unos de terror, llevo velozmente mi mano hacia esa parte de mi cuerpo que se supone sangra.

 Mis dedos muestran las pruebas que confirman la que Yoongi ya indico. En efecto era cierto que mi ceja sangraba. No dejo que el pánico debido a la sangre haga perder mi razón.

El pelinegro me ayuda a sentarme, sostiene un lado de la parte baja de mi espalda que me permite estabilidad. Dentro de mi cabeza sigue retumbando. No podría lograrlo sin su ayuda. En medio de su amable actuar tiende su pañuelo blanco en mi dirección, en su intento de poder controlar por el momento el hilo de sangre.

—No debes ser tan distraída —dijo regañándome. 

Un grupo curioso de alumnos se acercan curiosos, impidiendo que responda, rodeandonos para enterarse de lo sucedido. Luego gritos conocidos preguntan si estoy bien. Yein gritaba aterrorizada por saber mi estado. La tranquilice después de repetirle muchas veces que estaba casi perfecta.  

Cuando estuve liberada de su tensión y aullidos, busco a Yoongi para agradecerle pero este había desaparecido para ese entonces.

Tenía que agradecerle después, entregarle su pañuelo.

Aún tenía la carta agarrada fuerte en mi mano, no la había soltado.

Aún tenía la carta agarrada fuerte en mi mano, no la había soltado

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Love Letters《》 Min Yoongi (COMPLETA) ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora