Blue neighborhood [joshler]

➰5

Perdonen si me quedó extremadamente largo este cap :,c no quería cortar la cita en dos partes

— Gracias por las flores Josh, aunque no debías. — dije un tanto apenado mientras las olía más de cerca.

— Tenía que esforzarme por lo menos. — rió mostrando sus blancos dientes.

Me abrió la puerta del coche al subir y al bajar también, dejó que escogiera la música de mi preferencia, me trajo flores. Josh era todo un caballero, y empezaba a cautivarme rápidamente.

El restaurante en el cual estábamos era nuevo para mí, creo haberlo visto por fuera al pasar por estas calles rumbo a mi trabajo. Los precios eran algo excesivos, pero el lugar no estaba mal y el servicio era muy bueno. Quedaba probar la comida.

Un mesero se acercó a nuestra mesa y nos sirvió a ambos agua en unas finísimas copas de vidrio. Un minuto después regresó y dejó sobre la mesa la típica canasta de pan con mantequilla en un pequeño contenedor de cerámica. Ahora entendía que los costosos precios venían más bien de la decoración y la forma en como te servían la comida.

— ¿A qué te dedicas? — preguntó Josh después de darle un sorbo a su copa con agua.

— Trabajo en una escuela de música. Les enseño a los niños. — el chico de cabello azulado casi se atraganta con el agua al oírme decir eso.

— Wow ¿en una escuela de música? — repitió sin poder creerlo y asentí. — siempre ha sido mi sueño trabajar en algo relacionado con la música. Debes amar lo que haces.

— Lo hago. — le di un pequeño mordisco al pan, estaba algo insulso a decir verdad, aunque el apetito me incitó a probar un poco. — ¿tú cantas?

— Nah. — Josh hizo una mueca de disgusto y se apresuró a tomar otro sorbo de agua. — pero toco la batería.

— ¿En serio? Sabes a nuestro equipo de trabajo le haría bien integrar a una persona más. No hemos hallado a alguien aún que tenga paciencia con los niños.

— ¡Soy perfecto para ese trabajo! — exclamó el peliazul con demasiado entusiasmo. — y adoro a los niños.

Partía otro trozo de pan cuando lo escuché decir "adoro a los niños", entonces lo solté por inercia y cayó instantáneamente al suelo. Me sonrojé al grado de quedar como tomate y me disculpé con el mesero que pasó junto a nuestra mesa y recogió el alimento del suelo.

Sentí un cosquilleo inusual en el estómago y en el corazón. Fue tanta mi sorpresa que me dieron ganas de contarle sobre mi hija. Pero claro, eso ni de chiste iba a ocurrir. Sabía que corría el riesgo de ahuyentarlo y en realidad me empezaba a gustar la personalidad de Josh.

— A-a-a mí también me gustan los niños. — respondí con voz temblorosa.

— Parece que ya tenemos otra cosa en común. — dijo guiñándome un ojo.

Desde ahí el resto de la plática fue surgiendo con naturalidad que podría decirse que parecíamos dos loros que no se callaban.

Me dije a mi mismo "Tyler, tienes que hablarle de Violet, es tu oportunidad". Me lo pensé una y otra y otra vez. Pero no me animaba, no podía hacerlo. Sentía que no debía. Más porque no solo se trataba de lo que yo quisiera, sino que también mi hija importaba y no podía permitir que algún extraño entrara a nuestras vidas así porque sí.

Nuestro mesero llegó después de 15 minutos de haber ordenado. Dejó frente a nosotros un gran plato de pasta, tenía un olor tan bueno que podría conquistar hasta el alma más amargada que pudiera existir. Estábamos por comenzar a comer cuando el mesero se acercó nuevamente, llevando un carrito con tres tipos de vino encima de el.