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Narrado por Josh

Regresando del trabajo toda la tarde me la pasé limpiando y medio arreglando mi casa. Tyler venía hoy mismo y no quería tener que pasar vergüenza al ver el desorden que tenía hecho. Claro que la idea es ayudarme a desempacar y ordenar algunas cosas de las cajas, y por supuesto que era obvia la razón derivada a la falta de limpieza, pero me sentía muy nervioso y quería causar una buena impresión. Mejor dicho, una "nueva" mejor impresión. Teníamos otra oportunidad de tener una cita sin llegar a alcoholizarnos o terminar en la cama. Aunque, la segunda idea si me agradaba muchísimo, pero no podía seguir apresurando las cosas.

Terminé de dejar en medio orden mi casa y aún me quedaba mucho tiempo de sobra, así que pensé en relajarme viendo una película o tal vez dormir un poco.

Me fui a recostar en el sofá de mi sala y encendí la televisión. Cambiaba canales cuando me detuve en uno en donde pasaban programas que, particularmente odiaba, los programas de cocina. Sin embargo, aquel captó mi atención y algo dentro de mi pareció iluminarse. Genial, se me había ocurrido la loca idea de cocinarle algo a Tyler y sé que no resultaría nada bien.




Escuché sonar el timbre de mi puerta y automáticamente reaccioné mirando hacia el reloj de pared, ya eran las 8 de la noche. ¿Cómo se me había ido el tiempo tan rápido? Ah claro, cocinando. Lo más triste y patético de la horaria es que se me quemó DOS VECES la comida. Intenté preparar una pasta como la que hicieron en el canal de cocina, siguiendo minuciosamente cada paso e ingrediente. El producto terminado no se parecía en nada en como lo mostró el chef. Ahora ya no tenía nada qué ofrecerle a Tyler, más que café.

Me limpié los restos de comida e ingredientes como pude y me acomodé el cabello. Respiré profundamente antes de abrir la puerta y después de exhalar todo el aire contenido la abrí y me encontré con el castaño, mostrando aquella sonrisa encantadora y algo tímida.

— Pasa Tyler. — dije haciéndome a un lado y el castaño entró con los hombros encogidos de la vergüenza.

— Creí que te ayudaría a desempacar. — respondió mirando a su alrededor. Volvió a enfocar su mirada en mí y alzó una ceja sin borrar la sonrisa de su rostro. — tu casa se ve bastante ordenada.

— S-S-Sí eh, solo quise hacer un poco de limpieza para darte una buena impresión.

— ¿Qué tienes en el rostro? — preguntó acercándose hasta acortar la distancia entre los dos. Extendió su dedo y lo pasó finamente por mi mejilla, causándome un escalofrío por todo el cuerpo. Se llevó el dedo a la boca y lo chupó mientras traía una mirada pensativa. — Parece ser salsa. Te quedó muy rica.

Lo miré algo confundido y rocé mi mejilla con la mano, dándome cuenta de que había salsa roja manchada en mi piel. Me disculpé riendo torpemente y fui a la cocina por una servilleta. Di un grito interno de felicidad al saber que al menos la salsa de la pasta no había quedado tan mal.

Regresé a la sala y le mostré a Tyler en donde estaban las cajas más grandes que debían ser desempacadas ahora mismo. Nos sentamos alrededor de ellas y cada quien agarró una para revisarla y vaciar su contenido. El castaño volvió a levantarse y se quitó la chamarra que tenía puesta. Mis ojos se enfocaron directamente hacia su cuerpo, era inevitable no admirarlo de esa manera, a simple vista su torso lucía delgado, pero sabía que debajo de las prendas estaba un cuerpo atlético. Me mordí el labio al recordar la suavidad y el calor de su piel cuando estuvimos juntos la primera noche que salimos, el castaño me cachó mirándolo y ambos apartamos la mirada con rapidez, quedando completamente sonrojados como tomates. Éste rió y volvió a sentarse.

Abrimos las cajas con unas tijeras y cuchillo y fuimos sacando las cosas de su interior con mucho cuidado.

— Pero qué ternura, encontré tu álbum de fotos cuando eras un bebé. — exclamó el castaño y abrió el álbum en seguida.

Blue neighborhood [joshler] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora