XLII

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Dado unos cuantos minutos el pelinegro se preocupó por su novio, así que apago la estufa y salió a ver el porqué su novio tardaba tanto.

Hasta que salió y vio que no estaba.

Volvió a entrar por su celular y sus amigos le preguntaron sobre Samuel, este no contesto.

Llamo a su celular y nada.

Lo llamo una y otra y otra vez, pero nada...

Comenzó a asustarse y le llamo a Luzu, este contestó de inmediato.

— Guille, ¿Qué pasa?

— ¿Samuel está contigo?

— Ah... no, me dijo que estaría con la dueña del departamento. ¿Qué no te dijo? — Su preocupación se volvió cada vez más intenso.

— No, no me lo dijo. Gracias Luzu.

— No hay porque, salúdame a Sam si lo ves.

— Claro.

Colgó y la pareja que se encontraba en el comedor, estaba observando a Guillermo detalladamente, esperando lo que hará.

— Ahora vuelvo, iré a ver a la recepcionista.

Los chicos asintieron, Guillermo tomo su suéter y salió.

Tomo el elevador y bajo desesperadamente y cuando llegó y no vio a nadie, tocó la campana una y otra vez hasta que salió la señora Megan deteniendo la mano del pelinegro.

— ¿Qué sucede muchacho? — Le dijo algo molesta.

— ¿Samuel está con usted?

— No, está en su departamento.

— Si, lo que sucede es que no está y no sé si salió, de pura casualidad... ¿no vio si salió o salió acompañado?

— No muchacho. El último chico que vino a ver a Samuel, era un hombre musculoso, traía una sonrisa de punta a punta. Incluso me dio miedo.

Su preocupación del pelingro le llego al máximo.

— Muchas gracias señora Megan.

— No hay porqué mi niño.

El pelinegro salió de aquel edificio y volvió a sacar su celular, intentaría llamarlo una vez más. Afortunadamente contestó.

— Guille...

— ¡Sam! Por el amor de Dios, ¿Dónde estás? — Decía rápidamente y colocándose sus dedos de su mano izquierda sobre su cabello.

— Guille, Samuel dejo su celular, soy Harry.

Guillermo no lo creyó y colgó y subió por las escaleras de emergencia.
Al llegar, entro y miro a Harry que estaba en la cocina, él se acercó a Harry y este le mostró el celular de su mejor amigo.

Se negó.

— Ahora vuelvo.

— ¿Dónde vas? — Pregunto el rubio.

— Ah... — Trago aire. — Iré a buscar a Sam.

Salió del departamento y saco su celular una vez más, llamo a la persona que desearía no llamar nunca, pero... no podía dejar a su novio.

— ¡Guille!, me preguntaba cuándo llamarías.

— Cierra la boca Max, ¿Dónde está mi Samu?

— Conmigo...

— ¡Le haces algo maldito bastardo y.. — Le interrumpió.

— ¡Hey! Tranquilo, no le haré nada... al menos de que me provoques. — Silencio. — Bien, ¿quieres ver a Samuel? Gira a la derecha, me verás.

Guillermo obedeció y vio a Max que lo miraba con una sonrisa, mientras le saludaba con la mano, Guillermo dirigió su mirada de nuevo al frente.

— Ajá, ¿Qué quieres?

— Que vengas conmigo.

— ¿Qué?

Max abrió la puerta del pasajero y Guillermo giro otra vez hacia el auto de Max y encontró a Samuel atado en las muñecas y en los pies, y traía un abrigo sobre su cabeza, Guillermo se sorprendió y comenzó a sentir que sus ojos se humedecían; pero mantuvo la postura.

— Déjalo ir...

— No, hasta que subas al auto sin llamar la atención. — Max dejo entre abierto la puerta del auto. — Te esperare a dentro.

Y colgó.

Guillermo tragó saliva y guardo su celular para dirigirse al auto.
Y por cada paso que daba... se llenaba de miedo, por cada paso que daba... sentía que se moría.

Llego al auto y entro a la parte trasera, al hacerlo, Max se colocó en cinturón e introdujo la llave del auto.
Guillermo lo miraba de perfil y después dirigió su mirada a la de Samuel, le quitó el abrigo y miro que tenía la frente abierta, con sangre seca, Guillermo se tapo la boca, comenzó a asustarse más.

— Sa-Sam...

— Estará bien, solo no hagas estupideces.

Guillermo se tragó el llanto y comenzó a desatar cuidadosamente sus muñecas y sus pies... se arrimó junto a él y le beso la mejilla, diciéndole en susurro.

Se que vendrás por mi, por eso no tendré miedo... porque tú eres mi príncipe, tú eres el que me salvará de las garras del dragón.

Abrió la puerta y empujó a Samuel hacia la carretera, solo se escucho como frenaban detrás suyo, Guillermo cerro la puerta y miro a Max, que lo miraba en el espejo.

— ¡¿QUÉ MIERDA TE PASA?! ¡¿SABES EN LO QUE NOS ACABAS DE METER?!

No contesto.

Así que Max aceleró el auto, Guillermo se agarro de los asientos y solo dijo.

— ¡PARA!

— ¡NO LO HARÉ HIJO PUTA! ¡POR TU CULPA NOS BUSCARÁN!

— ¡SI NO HUBIERAS METIDO A SAMUEL EN ESTO NO HUBIERA PASADO!...

— ¡SI SAMUEL NO HUBIERA INTERFERIDO EN MIS PLANES NO HUBIERA PASADO ESTO!

— ¡SI NO HUBIERAS NACIDO, NO HUBIERA PASADO ESTO!

— ¡CÁLLATE DE UNA MALDITA VEZ!

Max giró a verle, se quitó el cinturón y tomo a Guillermo del brazo.
Pero en ese instante, ambos sintieron un fuerte impacto a su lado izquierdo.


Había pasado un autobús.


El auto salió girando, junto con los pasajeros.





Y la oscuridad invadió sus cuerpos.






































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