LVI

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Coloque la canción cuando diga: "una suave melodía"




Años después.

— ¡AMOR! ¿¡POR QUÉ HUELE A QUEMADO!? — Gritó el pelinegro mientras bajaba las escaleras.

Cuando llego al primer piso, se encontró con un Samuel con su uniforme de doctor y aplastado sobre el sofá, (había trabajado toda la semana, de día y noche) y en su abdomen se encontraba el pequeño y gordo Guimuel, hecho bolita... ya estaban en temporada de frío, y no había duda de que en esa casa no había calentador... (aún no)

Guillermo sonrió y fue a la pequeña cocina y vio que se le quemaba el pan en la tostadora, este los sacó y los tiro a la basura. Abrió la puerta que daba al patio trasero para que saliera el humo que había en la cocina... camino nuevamente a la sala, mirando una vez más su hogar.

Fotos de ellos dos colgando por las paredes, otra de Karol y él colocada al lado de la televisión... sonrió una vez más.
Aún recordaba aquellos momentos que vivió con Samuel, pero sin duda... una de sus favoritas fue la del baile de graduación.

El pelinegro se sentó sobre la silla del comedor y miró aquella foto... recordando aquella fabulosa noche.

"Recuerdo aún esa melodía donde empezó a ser mi día favorito...

Samuel y yo estábamos sentados tomando algo de ponche y mirando como todos bailaban, yo quería bailar, pero él se negaba. Constantemente miraba la hora de su celular, mientras sacudía su pierna derecha de arriba hacia abajo... Me estaba poniendo nervioso, así que... después de un rato, el castaño sonrió y se levantó ofreciendo su mano, yo curioso mire su mano y lo tomé.

Me llevo al centro de la pista y una suave melodía empezó a sonar.

Tomó mi cintura cuidadosamente y me acercó más hacia el... yo puse mis brazos sobre sus hombros y mire sus ojos oscuros, en ellos brillaban, y podría jurar que veía el cosmos en ellas...
y sentí que no existía nadie más que nosotros dos, bailando bajo la luz de la luna. Quería llorar, este hombre me hacía sentir especial y querido... con cada detalle o cada acto que me hacia, me enamoraba de una jodida manera que no puedes imaginar...
en eso, Samuel posó sus manos sobre las mías y las bajo cuidadosamente para después entrelazarlas, sonrió ante aquello y me saco del gimnasio.
Llegamos a las canchas de fútbol, que era alumbrado por las farolas de la escuela, pero yo miraba a Samuel, su fino perfil que no me cansaba de ver.

Llegamos al centro de la cancha y soltó mi mano.

— Guille... — Me miró. — Yo quería... Am... — Miró debajo suyo y se arrodilló. Mis ojos y mi boca se abrieron con impresión. — ¿Quisieras venir a vivir conmigo a Londres? — Joder, creí que me propondría matrimonio... Pero esto es mejor.

Le sonreí y me arrodille frente a él, coloqué mis manos sobre su mejillas y lo besé. Un beso tierno. Un beso cálido.
Me separé de él y puse mi frente junto la de él, cerré los ojos y asentí.

— Te seguiré a todas partes mi príncipe. — Abrí los ojos y pude observar como sus pupilas se dilataban y se veía un brillo más deslumbrante.

Me tomó de la cintura y me recostó cuidadosamente sobre el pasto artificial... me beso una y otra vez. Sintiendo aquellos aleteos en mi estomago, mi corazón yendo a mil por hora... como la primera vez que nos besamos... "

Me separé de aquel bello recuerdo y fui por una manta para cubrir a mi esposo.

Mi actual esposo, que hermoso suena...

Ese es mi segundo suceso favorito...

Que más tardaré recordaré, ahora mismo estoy mirando la belleza de mi esposo...

Mi príncipe de la infancia.














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