Imagina... Con Lauren Jauregui.

Extra: Te he visto.

Especial de descanso de la uni, señores. Aprovéchenme que no les voy a durar pa' siempre.

¿Saben qué? Yo siempre leo sus comentarios, y siempre estoy al pendiente de sus deseos y peticiones. Por eso, me dejé llevar por el comentario de una señorita llamada VickydelCamrenlove en la primera parte de este OS y pues aquí está :D Disfrútenlo.

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_______ P.D.V:

Las nubes desde la ventanilla del avión parecían algodón. El más suave existente. Y pude haber disfrutado de esa vista, si el final de ese recorrido no me esperara con tan malos recuerdos, y de cierta forma no estuviese volviéndome loca.

Pero la mano de Lauren trazaba el camino de las venas de mi mano izquierda, y luego sentí su aliento en la piel de mi cuello. Cerré los ojos por la sensación, que a pesar de que ya la conocía, siempre me hacía estremecer.

-Ya verás que todo saldrá bien. -Murmuró rozando sus labios en mí, y me dio un pequeño beso en el lugar. Yo suspiré y giré mi rostro hacia ella. Me regaló una sonrisa preciosa, y una mirada llena de ternura, antes de regresarla al libro que sostenía con su mano izquierda, donde estaba la sortija de nuestro compromiso, que yo le obsequié dos meses atrás.

Vi su perfil, drogada por su increíble belleza. Y por supuesto me sentía tan afortunada de tenerla para mí. Ella era mi compañera, y me apoyaba siempre que lo necesitaba. Aunque ella sabía que esta vez, por lo que yo estaba pasando, era algo mucho más intenso. Y yo sabía que ella lo sabía, a pesar de lo prudente que había sido en darme mi espacio. Aunque sentía que me estaba muriendo.

Vi su mano pasar una hoja del libro. Vi el resplandor del diamante en su anillo, y luego vi el del mío, que ella me dio un mes después de yo darle el suyo, y que por supuesto me encantó. Y todo era perfecto, pero igual sentía que algo no estaba bien. Pero supongo que debía olvidarlo.

-Si dices que no en el altar, -comenté para simplemente hablar -¿tengo permiso de envejecer envuelta en la locura? -Ella giró viéndome con incredulidad.

-Tienes permiso de envejecer envuelta en locura, pero no por esa razón, porque nunca va a suceder. -Murmuró con sencillez viendo mis labios. Yo sonreí. -Es mucho más probable que tú me digas que no en el altar.

-Si, seguro. -Dije con sarcasmo. -Sigue creyendo que eso sea lo más probable. Te decepcionarás. Nunca pasará, Jauregui.

-Bueno, si yo jamás te diré que no, y tu jamás me dirás que no, supongo que entonces nuestro matrimonio está predestinado. -Concluyó, juguetona.

-Por supuesto que está predestinado, preciosura. -Contesté con una sonrisa. -Lo está desde la primera vez que apareciste frente a mis ojos con tu perfección.

Ella rió ente dientes y sacudió la cabeza, volviendo a mirar su libro. Yo le di un beso en la mejilla.

-Te amo. -Murmuré en su oído luego.

-Yo también te amo. -Se giró para verme con un peculiar brillo en sus ojos. Nos quedamos mirándonos fijamente por unos segundos, y ella regresó a su lectura.

Yo la observaba fijamente. Ahora no desaprovechaba algún momento para decirle que la amaba, porque, ¿y si pasaba algo de nuevo? ¿y si esta vez era inminente? Ya me había perdido 3 años de ella, y cuando recuperé la memoria y aceptó ser mi esposa, me di cuenta de lo que había pasado y que pude haberla perdido para siempre. Conocí lo que era el pánico. Conocí mis verdaderas pesadillas.