Akira Berglind
— Tiene a un nuevo seguidor activo. —Giro mi rostro curiosa. Tener un seguidor activo es extraño.
— ¿Quién? —Niegan con la cabeza y yo frunzo el ceño.
— El mensaje nos llegó de parte de uno de los grupos de los rezagados —Esto me preocupa—, pero era un rezagado especializado. —Grupo de bajo rendimiento pero que puede armar pelea con un Angelus Morten común siguiéndole el ritmo por un tiempo, lo que hace que se mantengan allí es que se agotan más rápido.
— No confío en este rumor, es peligroso —Ellos asienten— y, más si se trata de los rezagados, no se sabe que tan antiguos son y si resulta ser de ellos, tal vez traten de engañarme —Esto me suena más a advertencia que anuncio de buenas nuevas.
Los shinigamis son más antiguos, son quienes más tardan en renacer porque es una comunidad que se necesita que sea grande, por eso su renacer es más tardío pero, al contrario, los demonios son quienes renacen con mayor rapidez por cuestiones lógicas, la cual sencillamente es la de mantener un orden en el que no haya tanto de esos seres para que ellos no empiecen a hacer estragos. Es esa lista, siguen los espíritus porque son muy traviesos por naturaleza y de penúltimos, los ángeles.
— Si nos los permite, hoy nos quedaremos en este lugar para mantenerla vigilada y protegerla de cualquier problema. —Hago una mueca.
— Está mi familia y me sé defender —hablo con fuerza algo en desacuerdo, no me gusta que me estén protegiendo de esta manera, con mi familia y conmigo misma, me basta y me sobra.
— Un poco de más no hará daño. —Tropiezo mis pies con torpeza consiguiendo el desestabilizarme, giro mi cuerpo para caer de espalda pero soy atrapada antes de que eso suceda.
Me coloco de pie inmediatamente soltando un suspiro, tres años aguantando esto de manera constante es molesto, completamente molesto porque me imposibilita muchas veces hasta el punto en el que tengo que permanecer en cama por no poder siquiera mantenerme de pie por el dolor...; agradezco que eso último no sucede tan a menudo y solo me ha pasado dos veces en treinta y seis meses.
Es un dolor constante, un dolor que se mantiene en el lado de mi corazón y se va extendiendo por toda la amplitud de mi pecho, es un dolor tan fuerte que incluso, ralentiza los latidos de mi corazón o incluso llega a crear algunos saltos en estos que me hacen hasta llorar y yo, llorando, hay que ponerle muchas ganas. En ocasiones, no es constante sino que se convierten en punzadas, suaves al principio pero por cada una, se vuelven el doble de fuertes y esas son las que yo considero más peligrosas si estoy en público porque me provoca espasmos cuando se hacen presentes.
A pesar de que mi familia y yo hemos permanecido incluso horas creando un mapa ilustrado conectando todas las cosas que me pueden llevar a esto, nunca llegamos a nada concreto porque cada razón que integramos en la lista, tiene el motivo suficiente para ser el causante de este mal en mí.
Hay un documento en mi computador que mi abuela Danielle me pidió que redactara por cada uno de mis cambios y por cada cosa que logro superar o me sucede, e incluso, que si tengo recuerdos de mi niñez, llegue a copiar estos allí, incluso me pidió que redactara los entrenamientos y por suerte, eso lo anoté en un pequeño diario que tengo sobre cada actividad familiar o importante que hago porque siempre hay algo oculto en mi accionar que se conectaba a otra cosa luego de mi despertar entre entrenamientos; eso es para llevar registro de mi misma para finalmente sacar un libro de eso y tenerlo guardado en la biblioteca, al igual como han hecho mis abuelos y mis padres. Eso es para mantener control sobre nosotros mismos y no traernos con sorpresas.
— Ya tenemos un motivo para permanecer aquí —Suelto un gruñido. No puedo contradecirlos pero no los quiero aquí.
Suelto la mano que tengo sujeta desde que me coloqué de pie.
ESTÁS LEYENDO
Secreto entre lazos: Erradicación
FantasiEl secreto aún existe y el lazo se mantiene, pero hay algo acechando alrededor de Akira Berglind que ellos deberán intentar erradicar. El poder no deja de crecer a pesar de haber superado y abrumado a cualquiera desacostumbrado a su presencia. Fuer...