29, parte 1._ Captura

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Hunter

Estaba tan bien, tan alegre, tan tranquilo y emocionado. Me sentía tan feliz, mi corazón estaba demasiado feliz, a punto de rebosar, sin importar si era aceptación por lástima o pena, sin importarme si era por ese justo momento que le da permiso a la inevitable atracción, al inevitable deseo de contacto. Sé que ella ha experimentado demasiado en medio de sus trabajos, por eso no me sorprendería. No importa, no me importa su razón de aceptación, no me importa si se iba a dejar besar porque sí, por simple deseo; después de eso, no soy quien para juzgar sus motivos, solo me importaba el momento.

No me importaba si su motivo era igual a los que yo tenía cuando vivía, cuando estaba en secundaria o preparatoria. Si eran simples ganas. Lo veo de esa manera, de esa única manera porque el aroma no existe, ¡por qué es Akira! El deseo no le viene mal a nadie.

No sé cómo sentirme al respecto... ¿Qué importa?

Lastimosamente, el momento me fue robado, me fue arrebatado justo al momento en el que nuestros labios estaban a punto de tocarse, cuando ya estaban rozándose y nuestras respiraciones estaban tan quietas que parecían imperceptibles para el otro. Si ella no completaba el contacto en ese instante, lo iba a hacer yo, no iba a permitir que se alejara cuando ya la tenía en mis brazos.

Estuve a punto de besarla sin la necesidad de tomarla por sorpresa, sin tomarla desprevenida... Sin hacerla enojar por mi acción, después de todo, ella no tenía por qué reclamar cuando también fue responsable del momento.

¡Y ahora estoy enojado, demasiado enojado y preocupado!

Simplemente porque de un momento a otro, todo lo que inundaba mi corazón, fue arrebatado, abriéndole las puertas a la desesperación tal y como si fuese bienvenida. Fui alejado, fui apartado; ella tomada del cuello y yo halado de mi saco ¿Qué pasó con Asim y Lisbeth? No lo sé, pero nos estaban haciendo compañía.

De un momento a otro, ya no me encontraba en la playa ni en las cercanías de esta, mucho menos en la misma ciudad o en el mismo país, me habían transportado a la fuerza hacia una montaña difícil de reconocer en alguna parte del mundo, tan solo sé que hay un aproximado de cinco horas de diferencia y por lo tanto, aquí ya está amaneciendo, el sol está asomándose.

Sin que eso fuese suficiente, la sorpresa cae más fuerte y golpea con mucha más intensidad, sin perdón, al ver que me encuentro cubierto por una gigantesca y gruesa barrera, una tan densa que incluso colocando todas mis fuerzas, soy incapaz de debilitarla.

Estoy rodeado de espíritus y demonios, de ángeles en su mayoría, también de seres que he visto con mucha frecuencia en la comunidad; la barrera está puesta por todos, no la puedo derribar así quiera, para lograrlo tendría que hacerme con más de la mitad siempre y cuando yo no caiga primero...

— Suéltenme —refunfuño, transformándome al completo, a la forma del castigo, apenas salgo de la sorpresa.

— Primero debes pelear. —Afirmo más el agarre de mi guadaña, tensando mis brazos.

— ¡No me importa! —grito a modo de respuesta rápida, dándome vuelta inmediata al sentir una figura venir por mí, clavándole la hojilla de la hoz en medio de toda su cabeza.

No entiendo porque me trajeron de allá hasta acá, pero estoy preocupado, demasiado porque no creo que hayan hecho todo esto por mí, sino por Akira, simplemente por ella. No tiene sentido alguno porque si querían armarme pelea, muy bien lo pudieron haber hecho cerca de dónde me encontraba, y a Akira no la habrían tomado del cuello, los otros dos no hubiesen gritado para advertirnos a los dos...

Secreto entre lazos: ErradicaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora