21._ Mi dolorosa verdad

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Akira Berglind

Días han pasado desde que aluciné, días en los que me he vuelto más incapaz he inútil, días en los que no me siento mejor sino cada vez peor haciendo que mi frase "En una semana estaré bien y volveré a ser la misma" se haya deshecho dándole permiso a ahora sí una preocupación propia por conocer que este, ya es un estado más que decadente.

Los días han pasado, rápidos para mí que duermo y duermo pero largos cuando estoy despierta y me pregunto "¿Cuándo pasará?", momento en los que es una lucha propia por mantenerme consciente y respirando, una lucha para que mi corazón, ahora completamente lento en su propio ritmo al latir, mantenga su pulso estable.

He querido estar atenta de las redes para mantenerme entretenida o para estar al tanto de lo que mis seguidores han estado diciendo de mí, de lo que ha estado sucediendo con otras personas o simplemente, ver sin ningún objetivo pero no me ha sido posible a mi gran pesar hacer algo de eso porque apenas tomo el teléfono y lo enciendo, el brillo de la pantalla da de lleno con mis ojos y aun si eso no me afectara, no podría ver muy bien lo que está plasmado en la pantalla. Sé que mi familia ya hizo público mi estado, mis superiores encargados de mí y mi trabajo quizás se pusieron intensos pero como no puedo hacerme cargo, lo tomaron ellos.

Se ha vuelto algo agobiante el tener a mis tres amigos con bastante frecuencia en este lugar y, no es porque me moleste su presencia, para nada, sino que simplemente, el que se encuentren aquí para acompañarme por encontrarme así, es bastante molesto pero no es la emoción más fuerte que me afecta sino el sentimiento de culpabilidad que nace cuando veo sus rostros preocupados y agobiados.

Por alguna razón, mi familia ha estado más cariñosa conmigo, más atenta, más afectiva... han permanecido mucho más tiempo en casa pero ocupados acá y sé que es por mí. Pero ellos no solo han estado atentos sino tristes, preocupados, agobiados y angustiados pero mayormente tristes y no sé por qué... ¿O sí? No lo sé pero sé que mis padres son los que se ven más dolidos, como si algo terrible hubiese sucedido más no pregunto nada porque cuando estoy a punto de cerrar mis ojos dormida, es que lo noto pero siempre caigo rendida antes de poder decir algo... He soñado con ellos dos, los he visto llorar juntos, en la oscuridad interrumpida por una lámpara de luz blanca pero lloran con tanto sentimiento interno que me despierto sobresaltada, con el mismo sentimiento.

Quiero saber porque ha estado yendo y viniendo a cualquier momento...

He soñado con el invernadero, una extensión del último piso que es cuidado por mi abuela, una habitación oculta entre una de las puertas... No permite la llegada humana allí porque todas las plantas ahí son peligrosas si son consumidas y por precaución lo hizo ahí, a la vista exterior pero no la interior. No sé porque pero con él no he logrado ver más que las flores de allí, las flores y los frutos que crecen de manera pequeña por una manipulación de las raíces.

A lo largo de esas silenciosas noches, unas que son cubiertas por mi inconsciencia tranquila, me cubro de sueños, uno a través del otro y me siguen queriendo mostrar algo que no puedo ver.

En uno, el cielo está de color gris, cubierto por delgadas nubes que anuncian el delicado y casi imperceptible otoño que llega aquí y desde allí, por delicadas vigas y un techo transparente y cristalino, apto para un buen cuidado de plantas, estás de pie una mujer de cabellera larga y blanca de espaldas a mi vista, viendo su colección de flores exóticamente peligrosas; esa mujer es mi abuela Adeline.

Hay otro, las cosas no se detienen en el primero. He estado soñando con una voz de un hombre que parece familiar, la silueta de un hombre que parece bastante familiar a decir verdad pero no me nace, no me llega a la cabeza; aparece siempre en compañía de otro pero este tampoco soy capaz de verlo pero sé que está atrapado, encadenado, obstaculizado y eso puedo percibirlo como si fuese una conexión... Eso lo hace víctima de él mismo o del hombre imponente frente a él... Por una razón que desconozco aun, no sé en qué momento temer, no sé si debo temerle a Johan, las palabras que salieron de los labios de ese hombre pelinegro es como si dictara o confesara algo terrible ¿O debería protegerlo? ¡Ah! ¡Cómo lo protejo si no puedo conmigo misma!

Secreto entre lazos: ErradicaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora