Capítulo 1

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N/E: Comenzamos, tal y como ya conté en el final de 1 más 1 son 5 y en el prólogo de esta historia, aquí tenéis la continuación, tenemos un pequeño salto temporal desde el último capítulo de la anterior historia, unos 2 años, espero que aguantéis la sacarina que hay. 😘💙😎
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Llegaba tarde. Llegaba muy tarde. Y ya tenía más de una advertencia por lo que no podía permitirse el lujo de llegar tarde.

Se detuvo un segundo mientras la leve llovizna de ese mes de Noviembre golpeaba en su cara y le hacía mascullar mientras intentaba respirar a la vez y no vomitar.

En ese momento echaba de menos su BMX.

En ese momento la echaba tanto de menos que le pegaría un puñetazo al malnacido que se la robó.

¿Quién iba a pensar que alguien robaría su bicicleta en el Upper West Side? El maldito Upper West Side, donde se encontraba el maldito Lincoln Center con la puñetera Julliard School. Malditos todos.

No podía dejar de maldecir a la par que su cuerpo temblaba ya no por el frio… Si no por el cansancio.

Maldito Subway colapsado. Si el maldito metro funcionara como era debido… Hubiera llegado a tiempo, ya que tenía una parada de metro frente a la escuela… O tal vez si el maldito despertador hubiera sonado…

Suspiró.

Por más que corriera sus piernas no daban más de si… No podía con su alma. Tenía una resaca importante y además tenía que cargar con un cello a sus espaldas, que pesaba bastante.

Las gotas cada vez más insistentes golpearon en su cabeza recién rasurada dejando una sombra de cabello castaño claro, casi rubio, húmedo.

Se pasó una mano por su cabello echando en falta sus mechones rizados y desaliñados y siguió corriendo evitando chocar con todos los transeúntes que a pesar del tiempo, habían decidido salir esa mañana.

No era para menos, la ciudad de Nueva York siempre estaba en movimiento… Daba igual si llovía, nevaba o caía un meteorito.

Siempre iba a haber movimiento.

Siempre iba a haber tráfico.

Y por supuesto, siempre se encontraría con alguien que le increpara que fuera corriendo como en ese momento cuando escuchó el eco de un vagabundo quejarse por casi patear el cubo metálico de sus ganancias.

-¡Lo siento!-gritó el muchacho casi al viento.-

En su cabeza se repetía la misma cantinela una y otra vez "Llego tarde. Llego tarde. Teller me va a matar… O lo que es peor… Mamá me va a matar...Si me expulsan me matará".

Giró la esquina y cruzó la plaza Richard Tucker frente a su escuela y cruzó la carretera casi sin mirar hasta llegar a su destino.

Casi chocando con otros chicos que en su descanso, hablaban tranquilamente en la entrada, evitando mojarse, cruzó la puerta sintiendo que estaba más cerca de su objetivo, esquivándoles y corriendo a la misma velocidad que llevaba las últimas cuatro manzanas. Giró el pasillo y llegó hasta la puerta de la sala de ensayos.

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