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Disfrutaba de su compañía, claro que lo hacía, él era ideal o al menos eso me hacía creer mi mente. Un momento rondaba mi cabeza, uno fresco y muy reciente. Emilia Rose. ¿Qué pasaba con esa chica? Su actitud rabiosa y triste era inusual, tal vez extrañe a Dan, tanto cómo lo hago yo pero, eso no era razón para un comportamiento de tal magnitud, algo escondía, algo en su corazón la hería, la dañaba de verdad pero ¿Cómo saberlo? Muy poco fue lo que traté con ella, un sonría gentil vi en su rostro sin embargo esa mueca feliz ya no estaba en su cara, no era la misma y no tenía forma de averiguar qué pasaba, no iba a llegar a su lado y decir ¿Qué te tiene tan malhumorada? O ¿Por qué actúas como un mapache con rabia incontrolable? Si, en definitiva no haría eso, es obvio que no me los dirá, no me conoce prácticamente ni yo a ella, supongo que habrá que esperas a que las cosas salgan, con el tiempo y paciencia lo harán.
-¿En qué tanto piensas?- dijo el rubio de ojos miel acariciando mi cabello dorado. Sus manos suaves y acojedoras me hacían sentir especial, como una bella flor que no desea romper.
-No es nada.- mentí piadosamente, ¿Para qué comentarle? No tenía caso. Él me miró dudoso tratando de buscar algo en mis ojos o expresiones que le dieran un indicio a mis pensamientos ocultos, se rindió y sonrió cuando no encontro nada.
-Está bien.- aceptó el silencio y la mentira, no iba a discutir ni a cosa me a decir lago que no era de mi agrado, él no era así.- sabes que si necesitas algo siempre puedes acudir a mi.- habló con tranquilidad, su voz gruesa era un delirio, con razón a muchas chicas de aquí les gustaba. Su melodiosa voz te lleva a nuevos mundos, mundos en donde sólo él y yo existimos sin problemas ni padres abusadores por los cuales preocuparse.
-Lo sé y lo aprecio.- sonreí con gratitud.
Con su puño derecho dió un mínimo golpe cariñoso en mi barbilla, mordió su labio susurrándome un te quiero.
-Yo también te quiero, Oli.- a él le encantaba use yo lo llamase así, Oli era sólo una pequeña parte de su nombre pero, a él parecía encantarle.
-Amo que me llames Oli.- si, eso fue lo que dije.
-Lo sé y por eso lo hago, Oli.- su boca formó una sonrisa gigantesca, parecía un payaso, uno de esos seres que me aterraban de niña, salvo que a él no le tenía miedo. Se abalanzó sobre mi y me besó, estábamos sentados en el suelo, pronto mi espalda tocó el suelo haciéndome sentir una corriente eléctrica por todo mi cuerpo a causa del frío que hacía. Se quitó de encima de mi y volvió sonreí, siempre lo hacía.
Tomó mi mano he hizo que nos sentamos frente a la ventana de la habitación, afuera caía nieve, era obvio, estábamos en Portland una ciudad de Oregón en invierno. Una época hermosa pero, sombría y traedora de malos recuerdos en mi caso. La nieve se acumulaba en cada pequeño espacio, no había demasíada pero, si la suficiente para pasar un buen rato afuera tiritando de frío.
-Cuando era niño...- dijo Oliver comenzando otra de sus historias de su niñez, me había contado muchas, muchísimas. -Recuerdo que papá me llevaba a hacer muñecos de nieve, pasabamos horas armándolos para después derribarlos y que quedará como un montón de nieve.
-¿Por qué?- ¿Armarlos y luego derribarlos? No tiene lógica, personalmente no haría tal estupidez.
-Papá decía que no hay cosa más hermosa que la madre naturaleza y las infinitas posibilidades de diversión que nos brinda, tomamos la diversión y luego la regresamos.- lo miré con desconcierto, nunca había escuchado tal cosa.- es algo así como pescar y dejar ir al pez, todo vuelve a donde estaba antes.
-Nunca lo había visto de tal manera, no todos los días tienes a un Oliver Turner que te haga reflexionar sobre el mundo y sus encantos.- sonrió con dulzura y concentró su vista es los copos de nieve que caían uno tras otro.

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ANNALIA
JugendliteraturLo que hice no está bien, nunca algo en mi vida ha estado bien. aún recuerdo sus caricias, sus palabras, la forma en cómo me hacía sentir.. amada. Todo fue lindo mientras duró, un momento más en mi sombría existencia llena de dolor y angustia, un si...