·PRÓLOGO· PARTE 2

1.5K 124 8
                                    

"Puede que este capitulo sea "largo" porque planeo terminar el prólogo ahora. Solo era para decirles eso. Gracias por leer♥

Santiago estacionó el auto y nos bajamos de este con algo de pesar, ya que ambos estábamos de acuerdo en que los lunes eran un pésimo día, solo por el horario extendido que nos retenía hasta las cuatro de la tarde y no hasta las tres.
Al llegar, notamos algo diferente, puesto que las ventanas estaban cerradas con sus respectivas rejas y la puerta estaba cubierta con grandes tablones. A paso tranquilo, me acerqué al papel pegado en dichos tablones y leí en voz alta:

"se suspenden las actividades escolares por un tiempo indeterminado"

Al terminar de leerlo, escuché un grito femenino. Alanna, obvio. Nadie más podría gritar para anunciar su llegada.

–¡Sofi!- gritó nuestra amiga para después abrazarme con su típica fuerza; sus abrazos eran los mejores a pesar de dejarte sin aire después.

Wow, normalmente vienes de mal humor un lunes, como nosotros...¿Sucedió algo?

Bueno, parece que nunca puedo estar feliz. – reprochó nuestra amiga con falsa molestia, la cual desapareció al ver cómo no le creíamos ni una palabra. – Bien, bien... Sebastián me invitó a salir.– sonrió más que feliz al decir aquello, aunque claro, la felicidad no era mutua. Ambos nos vimos por dos segundos antes de regresar la vista a nuestra pequeña enamorada.

–¿Sebastián? ¿El chico que te ignoraba siempre? ¿El más mujeriego del colegio?

– ¡Hey! Él ya no es asi...

Si tú lo dices...– respondí en voz baja, volteando después a ver a nuestro amigo, el cual intentaba mirar el interior del colegio por los pequeños orificios que no tapaban las maderas. – Oye, deberíamos irnos, no hay nadie en este lugar.

–Hm, sí...solo que es extraño que cerraran todo de repente, ¿no crees?– dijo mirando alrededor con cierto misterio, y al ver su rostro algo confundido, se acercó a nosotras con la mochila bien afirmada en su hombro. – ¿notaron que no hay nadie en las calles además de nosotros, chicas?

Con Alanna miramos a nuestro alrededor y...wow; no lo había notado, pero sí, estábamos completamente solos. Las calles estaban desiertas. Daba cierto aire a una película de terror, y la verdad, no tenía ganas de averiguar lo que seguía.

Deberíamos irnos. Santiago, vamos en tu auto al hospital donde está mi mamá, ¿si?

–Me parece lo más sensato. Andando, niñas.

Empezamos a caminar al auto de Santi a paso tranquilo, cuando vemos a una persona de espaldas a nosotros, tan solo a unos metros. ¿Cómo no lo vi? ¿Acaba de llegar?
Llevaba la ropa algo desgarrada, bastante sucia... ¡oh por dios, le faltaba una mano!
El terror en mi rostro apareció de inmediato, sin mencionar el de Alanna.

Quédense aquí, iré a ver- dijo antes de empezar a caminar a la persona que estaba allí- agh, que mal huele... emm, ¿señor? ¿Se encuentra bien?– le quiso tocar el hombro, pero el hombre se dió vuelta antes de que lo hiciera.

Me habría gustado que no lo hiciera.
Su cara...aterradora; sus ojos, vacíos, sin vida. La sangre saliendo de su boca...no podía ni mirarlo, en cualquier momento tendría arcadas y no es lo ideal.

Este empezó a caminar hacia Santiago con pasos torpes, emitiendo gruñidos con una voz totalmente aterradora.

–¡Santiago, ven aquí!- dije asustada mientras luchaba por no correr hacia mi amigo y huir de este lugar.

No pasa nada, Sofi. – dió media vuelta para mirarme con calma, pero al darse vuelta, el hombre estaba demasiado cerca y se abalanzó sobre Santiago, haciendo fuerza para...¡¿morderle la cara?!
Alanna estaba asustada y petrificada, ¡y yo también!, pero no iba a quedarme quieta.

Asustada, empecé a buscar algo con lo que defenderme.
Una rama gruesa.

Corrí hacia ellos y golpeé a esa cosa en la cara, provocando que cayera al suelo por el impacto...no se mueve... oh no. ¿Lo maté? ¿Maté a una persona?

–¡Sofi! ¿Estas bien?– Alanna llegó sumamente asustada a mi lado mientras examinaba mi rostro, el que se encontraba fijo en el cuerpo inerte del suelo.

S-sí, eso creo...Santiago, debemos irnos ahora, mi mamá podría explicarnos qué sucede.

Tienes razón, ¡vamos! – Los tres nos dirigimos al auto y nos montamos en él, pero ni bien nos subimos en este, una explosión se escuchó en la ciudad...el hospital...mamá...

Nadie se movía. Vi por el espejo retrovisor a Alanna asustada y...¡mas de esas cosas venir a lo lejos!

–¡Arranca, vamos! – grité totalmente desesperada hacia mi amigo en el piloto, el cual no dudó en girar la llave para encender el auto, pero este solo emitió sonidos raros, lo que solo indicaba una cosa: esto no se movería por más que le demos el mejor tratamiento.

–Mierda...¡bajen, corran! – gritó Santiago mientras bajaba a toda prisa del vehículo con nosotras siguiendo su paso tan rápido como podíamos.

Aquí empieza todo...

. . . . .

CAPÍTULO TOTALMENTE CORREGIDO.

El escuadrón apocalíptico •||En Edición||•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora