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La tarde comenzaba a ceder ante los encantos de la noche y el cielo parisino había empezado a teñirse con brotes rosas y delicados dejos de anaranjado. La calma casi podía palparse en el aire, perfumado de esencia a té de limón y pan con mantequilla recién hecho. Las casas brillaban, desde las puertas de entrada hasta los tejados siempre adornados con flores y a veces con unos cuantos pichones; sobre ellos, dos siluetas saltaban, caían y se regocijaban bajo reluciente ocaso.

Los súper héroes de París estaban terminando su ronda diaria de vigilancia, no les faltaban muchas manzanas para dar por hecha la tarea. Ladybug se detuvo sobre el techo de una alta casa con paredes de ladrillo rojo. A su derecha la torre Eiffel, a su izquierda, un gato negro se detenía a tomar aire.

—Espléndida tarde, ¿no es así, milady?—dijo Chat Noir con una sonrisa.

La chica rió por lo bajo y le regresó el gesto.

—París parece lucir más hermosa cada día. Me sorprende que no hubiera ataques el día de hoy.

Si bien era cierto, habían tenido días muy agitados últimamente. En las últimas dos semanas, Hawk Moth había akumatizado por lo menos a siete personas. Los héroes habían tenido muchos problemas con ellos, especialmente porque el poder del Moth cada vez se hacía más grande, ahora tenía la capacidad de infringir con poderes en víctimas que ni siquiera presentaban emociones negativas. Algo grande estaba sucediendo, y ambos jóvenes lo sabían.

—Debe de ser que está cansado. O tal vez se está dando por vencido. No me sorprendería que así fuera, ¿nos has visto salvando al mundo?—sugirió Chat Noir poniéndose la mano derecha sobre la nuca y soltando un risa nerviosa.

Chat Noir podía tener una leve idea, pero por más reconfortantes que fueran sus palabras, la pequeña Catarina no lograba quitarse un desagradable pensamiento de la cabeza. Si él ya no necesitaba de alguien enojado o triste para jugar su papel... ¿podría hacer algo contra ellos? ¿Y qué si los akumatizaba? ¿Y qué si no podía remediarlo? ¿Qué sería de ella sin Chat Noir?

De pronto, una mano firme y cálida se posó sobre su hombro. Chat Noir la miraba con una sonrisa tímida. Cuando ella se giró para verlo, una oleada de cariño se apoderó de su ser, y poco a poco se fue extendiendo conforme él la acercaba a su cuerpo y la ceñía entre sus brazos. No importaba, no importaba nada que no fuera esa paz, la paz que le propinaba cada que ponía sus ojos verdes sobre los suyos. Dejó que Chat Noir la mantuviera ahí, abrazándola, sosteniéndola como sólo el héroe de París podía hacerlo.

Terminada la ronda, los chicos decidieron bajar un rato a tierra, donde unos cuantos paparazzis y reporteros hacían preguntas, tomaban fotos y se acomodaban sombreros y chaquetas desaliñadas. Al parecer, habían estado siguiendo a los héroes.

— ¿Qué pueden decirnos de las víctimas de la última semana?—bramaba uno.

— ¿Estamos seguros?—gritaba otro.

— ¿Creen que haya algún ataque en la exhibición de esta noche?

Las preguntas iban y venían, Chat Noir apartaba a unos cuantos con las manos mientras Ladybug trataba de contestar a otros con respuestas sencillas y sin ámbito de ofensa. Era cansado, todo era cansado, no les era suficiente con ver a los héroes actuar y salvar la ciudad que amaban, todos exigían que el gato y la Catarina entablaran algo más que una amistad y compañerismo de trabajo, todos querían más de ellos. Todos pedían algo que ella no estaba convencida de darles.

—La exhibición será segura, sin duda. Habrá policías y quizá hasta esté el ejército, finalmente es un evento grande —respondió Ladybug a la reportera que no satisfecha con la respuesta, acertó otra pregunta.

En mi memoria. (Adrienette)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora