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Interceptó a Alya antes de entrar al salón de química. Los días sin Marinette le habían sido duros, sin embargo, ahora que sabía que su mejor amiga no regresaría a la escuela, se propuso el formar nuevas amistades. Rosita y Juleka, dos chicas de su curso, la acompañaban del brazo, una a cada lado. Adrien hubiera hecho un chiste de eso a Nino, pero como no había tiempo, esperó el momento justo en que la morena se separó de la otras dos.

Alya dio un respingo; estuvo a punto de gritar, pero no lo hizo. Adrien tenía el rostro contrariado. Algo malo había sucedido, y sabiendo que ahora la azabache y él vivían juntos, la preocupación se apoderó de Alya.

—Necesito que me ayudes.

—Si sé de qué va esto, más te vale que lo arregles pronto.

Ahora ella había tomado la iniciativa. Jaló al chico por el cuello de la camisa y lo sacó, discretamente, por la puerta frontal del colegio. Unos cuantos los vieron, otros también, pero se hicieron de la vista gorda y no mencionaron que dos alumnos estaban abandonando el plantel justo frente a sus ojos cómplices.

Una vez fuera, se sentaron de piernas cruzadas detrás de las bardillas de las escaleras principales. El pasto les traspasaba las costuras de los jeans, pero eso tampoco fue de importancia.

—Por tu rostro, sé que se trata de algo que nos concierna a los dos—dijo Alya con voz severa. Si ese gusano al que llamaba amigo le hacía algo a su preciosa....

—Marinette—dijeron al unísono. Alya soltó un resoplido y se llevó las manos a la cabeza.

—Adrien Agreste, te advierto que si llegas a hacerle algo a mi amiga...

—No he hecho nada, Alya—alzó las palmas de las manos en signo de paz y las agitó frente a su pecho—Es algo...bueno, complicado.

—¿Qué puede ser más complicado que esto? ¿Se siente bien de saber que vivirá contigo? ¿Te has portado mal? ¿O es que llevas a casa, tan seguido, a tu querida Lila?

Adrien abrió muchos los ojos. Hablar con esa chica lo estaba confundiendo el triple de lo que ayudaba. ¿Qué tenía que ver la modelo con todo eso?

—No, nada de eso—farfulló para después añadir—: ¿Qué tiene que ver Lila con todo esto?

Oops. Alya había caído en su propia trampa. Marinette la mataría si llegaba a enterarse de que reveló su más preciado secreto. Si su amiga se enteraba de que Adrien y ella hablaban sobre Lila Rossi, los mataría a ambos. Primero a ella, claro. Después a él, con lujo de violencia y uno que otro beso. No, esperen, Marinette no está loca.

—Yo...—tartamudeó. Una fina película de sudor resaltaba de su nariz—Yo...¿Qué es eso tan importante?

El chico pasó por alto el desvío a su pregunta. A él tampoco le importaba. Lo único que quería saber era si todo lo que sucedió con la azabache esa mañana era verdad.

—Alya...Ella no me recuerda.

—¡¿Qué?!—se puso de pie de un salto, su cabeza pasó rozando una rama del árbol que les hacía sombra. El grito sonó tan fuerte que una de las ventanas se abrió y salió la maestra de primeros a callarla.

Una vez restaurada la calma, pero no los nervios de Alya, el rubio agachó la cabeza y continuó con su explicación.

—Hoy...hoy en la mañana me encontré con Marinette en la cocina del primer piso. Yo tomaba el desayuno cuando la vi entrar—...y se veía tan linda. No lo dijo—Ella ni siquiera me notó.

En mi memoria. (Adrienette)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora