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Esa mañana parecía que el cielo iba a caerse.

Marinette corrió las cortinas y observó hacia afuera del balcón. Las nubes grises y pesadas amenazaban con una tormenta definitiva y duradera, los árboles se agitaban ante la inquietud del viendo y la azabache tuvo que ponerse dos pares de calcetines para no morir congelada. El día anterior había estado muy bien, ella y Adrien incluso habían platicado un rato en el jardín mientras ella se asoleaba.

—Si llueve por la tarde difícilmente iré a ver a mis padres—dijo más para sí que para la morena que la acompañaba.

—Yo agradezco a la tormenta que hayan suspendido las clases—festejó Alya tendida en el colchón. Tenía los pies contra la cabecera y los brazos haciéndole almohada a la cabeza.

—Tú sí—Marinette se rió, cerró de nuevo las cortinas y se aproximó a su amiga—, yo no podré verlos si no hasta la próxima semana.

—Puedes decirle al señor Agreste que te lleve.

—No está hoy. Gabriel no volverá hasta el martes y yo tendré que seguir con mis clases normales.

La azabache se subió a la cama y se tendió al lado de Alya en misma posición. La morena había llegado a las 9:00 de la mañana, cuando Marinette seguía en cama, y excusó su vivista en que las clases estaban suspendidas y sus padres no volverían a su casa hasta la noche. La idea era que el chofer de Gabriel llevara a las dos muchachas a sus casas una vez caía la tarde, pero el conductor pidió el día libre debido al clima. Estaban atrapadas en casa.

—¿Qué tanto haces?

—Actualizo mi blog. ¿Sabes? Tiene mucho que las personas no ven a Ladybug en las calles de París y eso está preocupando a toda la nación—dijo Alya con dramatismo.

—No a toda la nación—se burló Marinette y comenzó a reír—¿Por qué es tan importante?

Alya la miró asombrada y dejó el teléfono de lado. Marinette no entendía por qué se ponía así. En lo que a ella concernía, ni siquiera sabía quién diablos era Labydug.

—Estás de broma, ¿no?—exclamó desconcertada.

—No, no tengo idea de por qué esa tal Ladydrug es tan importante.

Alya se reincorporó en la cama y se sentó con las piernas cruzadas. Sus cejas eran dos arcos detrás de las gafas.

—Marinette, de todas las cosas que pudiste haber olvidado, no me dirás que olvidaste quién es la asombrosa Ladybug.

—Hablo en serio, Alya, no tengo idea de quién es—espetó la azabache restándole importancia al asunto.

Si tan solo supiera.

—¿Qué es? ¿Una banda de rock?

—¡Marinette! Ay, niña, cómo se te olvidó eso. Ladybug es un súper héroe. Es la heroína de París—explicó Alya—Ella y Chat Noir salvan la ciudad todo el tiempo, sin ellos aquí todos estaríamos perdidos.

—¿Qué?

—¡¿Qué parte no entiendes?!—gritó la morena con evidente desesperación.

—Alya—dijo Marinette removiéndose para tomar asiento y hacerle frente a su amiga—, eso es ridículo, los súper héroes no existen.

Alya gruñó, lanzó un grito al cielo y tomó su teléfono más rápido de lo que Marinette hubiera querido. Comenzó a teclear algo y seis segundos después, la pantalla estaba de frente a la desentendida, mostrándole un video que no veía tan real.

En mi memoria. (Adrienette)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora