¿Cuánto llevaba ahí? ¿Una semana? ¿Tres días? ¿Toda su vida? No podía saberlo, todo se reducía a oscuridad, un poco de agua y migas de pan. Se hallaba tirada en el suelo, la cara contra el piso de acrílico transparente, intentando respirar. La única luz que conocía era la que se propagaba al abrirse la puerta del gran cuarto. La cegaba, le dolía su pequeña y roja cabeza. Se rodó sobre el cuerpo y quedó boca arriba. Quería salir de ahí. Era su responsabilidad; ella debía cuidar de su chica.
La puerta se abrió y la intensa luz blanca le produjo un dolor agudo y punzante en las sienes. Levantó las manos para cubrirse de ella, como si fuera a servirle.
A diferencia de las ocasiones pasadas, en esta no la cubrió ninguna figura enorme, sino una pequeña, casi de su tamaño. No, esperen: era de su tamaño. Frente a ella se levantaba la figura de algo que no podría ser más que un kwami. La cabeza ancha y frente prominente, todo de color lila y motas moradas. Lo conocía, lo conocía muy bien.
Tikki elevó el vuelo tan de prisa que su coronilla chocó contra el techo de la jaula. Frente a ella, un amigo le saludaba, con una sonrisa triste y apenada. El pequeño se acercó hasta que su nariz se vio aplastada por la cobertura de la prisión plástica.
—¡Noroo!—chilló Tikki y flotó hasta quedar en la misma pose de su amigo. Las narices separadas por un centímetro impasable.
—No grites, Tikki—contestó Noroo y se llevó un dedo a los labios—No hagas ruido.
—Oh, Noroo, vas a sacarme de aquí y encontraremos a Marinette...
—Yo—Su voz se cortó a tan súbitamente como cortó él la de Tikki. Siguió como si le pesaran las cuerdas vocales—...no puedo sacarte de aquí...No p-puedo.
—¿De qué...—Susurró extrañada, un segundo después todas las piezas empezaron a caer en su lugar. No había visto la obviedad del asunto gracias a la euforia que sintió al verlo, pero ahora, siendo razonable, todo estaba más claro que nunca—...Tú...Eres tú quien le enseñó a ponerme en este lugar. Sirves a Hawk Moth. Ustedes me la arrebataron—Habló con furia, con el coraje que nunca antes había dominado su cuerpo. Golpeó con las manitas la pared que los separaba. Dio bufidos, patadas al aire y grititos histéricos.
—Yo no quería, Tikki, él me obligó. Quiero ayudarte...
—¿A qué? ¿A tenerme aquí y evitarme problemas? Las cosas no funcionan así. ¡Quiero que me la regreses!
—Voy ayudarte...te explicaré...
—¡Regrésamela!—Gritó exasperada, propinó un puñetazo y Noroo casi lo sintió desde su lado. El kwami levantó la mirada y se encontró con una imagen que no habría querido ver en su vida: Tikki lloraba con paranoia, refunfuñaba entre dientes y se tallaba la cara con las manos.
—¿Regresártela?
—Sí—Gritó ella—¡Regrésamela! ¡Ustedes me la quitaron! ¡Me despojaron de ella!
—¿De ella?
—¡Sí, tonto! ¡De Marinette!—Las frases que decía comenzaban a desvanecerse, a perder su poder entre los sollozos de Tikki. No podía soportar esa idea, la amenazadora idea de no volver a tenerla cerca, a cuidarla y protegerla del mal, aunque también fuera culpable de encaminarla hasta él. Su voz se fue apagando de a poco, conforme caía al suelo y se hundía en un profundo sueño.
—Te ayudaré como pueda—escuchó susurrar a Noroo, pero lo ojos de Tikki estaban demasiado cansados para dar crédito a lo que pasaba.
Luego, nada.
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Este es un pequeño capítulo que sentía les debía bastante. Y quiero que sepan que odio hacerle esto, pero creo que así debía suceder. Y como es pequeño, les actualizo cuanto antes.
¡Felices fiestas, mariposillas! ¡Les aprecio mucho! ¡Comen mucho, por favor!
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En mi memoria. (Adrienette)
FanfictionElla está del lado incorrecto de la ecuación, ayudando a quien desea su fin y odiando a aquél que daría su vida por salvarla. Ella está atrapada en un punto en que no logra recordar a quien más ama y trabajando para quien antes era su enemigo.