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La galería en la que sería llevada a cabo la exhibición era enorme. Y no suficiente con ser enorme, estaba decorada con luces de colores, y los gobos multicolores corrían por las paredes y desaparecían en la negrura de la noche.

El taxi se estacionó enfrente de un pequeño parque, a media cuadra de distancia del evento. Tom, el padre de Marinette, enfundado en su traje negro, salió de la puerta delantera del taxi y abrió la trasera para ayudar a las damas a salir. Marinette con su vestido rosa de cuello alto, Sabine, con uno púrpura y su flor en el cabello.

La recepción estaba llena. Había todo tipo de personas. Y Marinette se encontraba fascinada entre tantas personas, desde chicos que conocía de sus clases de diseño hasta los más grandes diseñadores de moda de toda Francia, Agreste entre ellos.

La pasarela comenzaría en menos de diez minutos, así que la azabache corrió hasta su equipo. Era un grupo conformado por un diseñador reconocido de nombre Andree Lavoirse, tres chicas de la edad de la ojiazul y un chico dos años más grande. Todos los jóvenes habían mandado sus diseños meses atrás cuando salió la convocatoria de Diseño Juvenil, y para sorpresa de muchos, el señor Lavoirse aceptó patrocinar sus diseños e instruir a los estudiantes.

—¡Marinetta!—gritó Louis, uno de sus compañeros. Louis era delgado, tenía los ojos grises y una mata de cabello castaño sostenida por una liga para el cabello.

—Marinette—corrigió la chica con una risa y plantó un beso en la mejilla a cada uno de sus compañeros.

—¡Dupain!—Myra, otra chica de su equipo con el cabello color cobre, se lanzó a sus brazos y comenzó a parlotear—¡Gabriel Agreste abrirá la pista!

—¿De baile?—dijo Jordan, otra de las chicas.

—No seas tonta—replicó Myra—Aunque no creo que él pueda bailar...¿Qué les decía?

Todos se rieron hasta que Myra recordó lo que estaba diciendo y abrió los ojos como platos, entonces la palabra risa les quedó corta.

—¡Gabriel inaugurará el espectáculo! ¿Saben lo que eso significa? ¡Probablemente el maravilloso Adrien Agreste modele esta noche! ¡Me muero si nos toca de modelo!

Jordan y la otra chica, de la que Marinette nunca lograba recordar el nombre, lanzaron grititos y comenzaron a saltar dando vueltas mientras hablaban de lo maravilloso que sería tener a Adrien como modelo. A Marinette no le gustó la idea.

Si un mes atrás le hubieran dicho que Adrien dejaría de gustarle y que su puesto sería tomado por el súper héroe de París, Marinette les hubiera metido a un manicomio sin pensarlo dos veces. Pero la verdad es que todo había cambiado de la nada.

Adrien siempre había sido su sueño añorado. Adrien modelando. Adrien contestando ecuaciones matemáticas. Adrien mirándola de reojo. Adrien, Adrien, Adrien. Ella no se cansaba de mirarlo, de ansiar su presencia y sufrir por la falta de interés que éste mostraba sobre ella. Él era famoso, era guapo, era el chico perfecto; Marinette lo sabía, y le dolía saberlo.

Hacía unas semanas que se corría el rumor de que él estaba saliendo con la modelo Lila Rossi, una excéntrica chica, con un cuerpo de muerte y un rostro precioso. Los rumores se confirmaron unos días después cuando una fotografía de Lila y Adrien tomados de la mano se coló hasta llegar a las más grandes revistas de chismes.

Fue ahí cundo Marinette entendió, de una vez por todas, que un chico como él, jamás podría querer a una chica como ella.

—¿Estás bien, Marinetta?—preguntó Louis.

En mi memoria. (Adrienette)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora