Llevada avanzada la noche, Chat Noir decidió hablarle a uno de los guardias y advertirle que por ningún motivo abrieran la puerta de la habitación prestada, y si necesitaban de su presencia tendrían que avisar para poder entrar. El guardia obedeció. Se quedó custodiando la puerta y Chat, aunque no del todo confiado, se quitó la transformación una vez que estuvo a solas.
Plagg salió volando del anillo y cayó en el piso, sobándose la cabeza.
—Ay, chico, chico—se quejó.
Adrien subió y bajó los hombros, después se sentó en la camilla que había en la habitación.
—Esto es muy extraño, Plagg, ella no pudo hacerlo.
—Pero lo hizo.
—Lo que quiero decirte es que ella no estaba consciente, no estaba siendo ella misma. Conozco a Marinette desde hace dos años, y ella sería incapaz de hacer algo así. Hawk Moth hizo algo muy grave.
—Y Ladybug no apareció—Plagg empeoró las cosas.
Adrien lo miró con la mente nebulosa.
—Y Ladybug no apareció. Esto es más grave de lo que imaginaba. Además de que la pelea fue inútil, de todos modos Moth escapó.
Se estaba dando por vencido. Sin la Catarina todo se complicaba. Bajó la cabeza, apoyó los codos en las rodillas y el mentón entre sus manos. Se sentía cansado.
—Al menos no hubo muertos—trató de remediar Plagg. Sin embargo, un pensamiento le cayó como un balde de agua fría en la espalda: Su padre también había estado en la gala.
—¡Plagg, olvidé a mi padre!
—¿Lo traías?
—No, bobo, olvidé que mi padre estaba en la galería. No lo vi mientras sacaba a los heridos, quizá salió antes—dijo Adrien para contraatacar los nervios, pero de nada le sirvió, su padre no podía haber salido herido, y eso era porque Gabriel Agreste no era más que un gallina; seguro había salido corriendo. A lo mejor ni había llegado. ¿Cómo saberlo?
—Vamos, Adrien, es imposible, tu padre puede ser malo, pero no tanto.
Adrien soltó una risa desdeñosa y se volvió para ver al kwami.
—Se ve que no conoces a mi padre, Plagg—se hurgó en la camisa y sacó un pequeño recipiente, tapado con cuidado, como si algo radiactivo estuviera dentro suyo.
Plagg voló hasta donde Adrien y le dio vueltas alrededor de la cabeza.
—¡Lo trajiste!
—Ten tu queso apestoso y deja de hablar.
Finalmente sí era algo radiactivo. Al menos para una nariz fina.
Plagg devoró su queso.
+
Alguien llamó a la puerta. Caray, se había quedado dormido. No debió ser mucho tiempo, pues Plagg seguía apestando a su horrible Camembert.
—¿Señor Noir?—preguntó una voz masculina a través de la puerta.
—¿Sí?—Contestó un adormilado Adrien.
—Lo busca el médico Boise.
Apenas escuchó el nombre pidió a su kwami que se transformaran y salió del cuartito, no sin antes alisar las sábanas.
El guardia custodio de la puerta era el dueño de la voz, y cuando salió lo recibió con una sonrisa.
—¿Dónde está el—bostezó— médico?
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En mi memoria. (Adrienette)
FanfictionElla está del lado incorrecto de la ecuación, ayudando a quien desea su fin y odiando a aquél que daría su vida por salvarla. Ella está atrapada en un punto en que no logra recordar a quien más ama y trabajando para quien antes era su enemigo.