Tomando riesgos segunda parte

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     Allí seguíamos en aquella terraza, en el sofá, desnudos, habíamos terminado nuestro acto de hacer el amor y ella no dejaba de besarme el cuello estando encima mío. Yo no dejaba de mirarla con dulzura y acariciarle el cabello, colocando algunos mechones de nuevo en su sitio cuando se detuvo a mirarme.

—Mañana es mi cumpleaños —soltó ella apoyando su cabeza sobre sus brazos que descansaban en mi pecho. —Aunque a mi padre no le guste, quiero que estés conmigo. Apuesto a que están planeando una fiesta sorpresa para mí.

—Si ya lo sabes, deja de ser sorpresa.

—Es lo divertido de hacer una fiesta sorpresa —y me dio un beso en los labios. —Que lo mejor es sorprenderse aunque ya lo sepas, y quiero que asistas.

—No podré ir, Marinette —le respondí.

—Aunque sea a escondidas de mi padre, sería el mejor regalo que estés compartiendo mi día especial, conmigo. Ya no tendrías que esconderte.

—Temo decepcionarte, aunque sea tu cumpleaños, tu padre...Mi trabajo...

—Entiendo —había un tono de decepción en su voz.

   Ella se levantó del sofá primero y empezó a vestirse.

—Me hubiera gustado que vinieras a mi fiesta. Estoy segura que Adrien si asistirá. Ya después no tendremos que ocultarnos.

   Una vez que terminé de vestirme también, ella recibió la hora en su teléfono y llamó a su madre para acordar el lugar donde se verían para volver a casa. Ni siquiera me dejó besarla para despedirme de ella.

   Booga había aparecido de mi lado cuando cerré la puerta, observándome con sus ojos azules.

—Si los animales pudieran entender lo que está sucediendo.

   Y lo cargué en mis brazos, tendré que consentir a alguien más en la casa.


Bueno días, esposa mía.

   La contemplaba mientras despertaba, nuestra luna de miel estaba siendo maravillosa, finalmente había contraído nupcias con la mujer que amo. Ella abrió sus ojos que brillaban como esmeralda mientras se le dibujaba una sonrisa en el rostro.

   En verdad estaba hermosa.

Buenos días, esposo mío.

   Había sido maravilloso nuestra primera noche como marido y mujer.

¿Cómo durmió la señora Agreste?

De maravilla porque estoy contigo.

   Sonreí, me acerqué a sus labios y los besé con pasión.


     Suspiré.

   A pesar de amar a Marinette, todavía tus recuerdos me invaden, Emilie. Nunca lograré olvidar todos aquellos recuerdos que me dejaste.

   Me daba un poco de curiosidad, así que fui a ver a mi hijo a su habitación a preguntarle que le iba a regalar a Marinette en su cumpleaños, no me preguntó como lo supe, suponía que debía saberlo porque ella me lo habrá dicho antes.

—Un detalle por la amistad que tenemos, le hice un amuleto de la suerte, como ella me regaló el suyo, quería hacerle uno parecido. Aunque se lo devolví, me lo regresó cuando retornamos nuestra amistad.

   Algo demasiado sencillo a mi parecer.


     Su cumpleaños, debería por lo menos felicitarla si no voy a poder asistir, pensaba al levantarme de la cama. Tomé el teléfono y le envié un mensaje deseándole un feliz cumpleaños.

Nínfula ParisinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora