Centímetros de piel

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— Le agradezco toda su ayuda, señor Fu.

— Para eso es mi trabajo.

   No sé si notaré el cambio, pero me alegra mucho que pueda finalmente estar sano. Aunque la medicina fue más difícil que la enfermedad, ayudó a no cerrar mi dolor para mi mismo y compartirlo con Marinette. También supe como ella sufría, deduzco que incluso más que yo, aunque sea más joven, los corazones de las mujeres parecen funcionar de manera similar.

—Otra cosa —llamó el señor Fu mi atención haciendo que me volteara a verlo.

—Procure que su corazón se mantenga saludable.

   Espero que esa advertencia no sea porque él sepa algo de mi relación con Marinette en cuanto lo vi sonreírme antes de partir a mi hogar.

   No creo que él lo sepa, me hubiera dicho algo, no todos son como la señora Dupain-Cheng, quien tolera y comprende mi relación con su hija.


   Observaba los metros de telas que había comprado, eran de buen material y serían buenas para los diseños de Marinette. Voy a regalarle todas estas telas para que pueda diseñar lo que ella desee, se las envolví en cajas y le pedí a Nathalie que las enviara a la casa de Marinette.

   Es un riesgo de debo tomar por el amor de mi nínfula. Sabrá cuando las esté usando, cuando sepa que yo se las regalé, estará pensando en mí en el momento de montar sus creaciones.

—Regresé de mis clases de esgrima —anunció mi hijo entrando al vestíbulo. —¿Cómo están Booga y los gatitos?

—Están bien —le contesté.

—¿Ya tienen nombre?

—No les voy a poner nombre. Los llevaré en adopción cuando crezcan.

—¿Me puedo quedar al menos con uno? —me suplicó.

—Sí —le fui diciendo. —Mientras sea el macho.

—Ese no me gusta —murmuró Adrien. —Me gusta la de pelaje negro, como Booga.

«Voy a tener que esterilizarla si la quiere conservar» pensaba.

   Aunque dos gatas dentro de la casa no me parece muy adecuado si a mi parecer, con Booga tengo suficiente, es mi compañía animal. Sin embargo, como padre no puedo negarme a ese capricho de mi hijo si eso me hace ganar puntos con él y volver a estrechar nuestros lazos de padre e hijo.

   Y espero que algún día vaya a tolerar mi relación con Marinette.

   Mientras volvía al trabajo, Nathalie me avisó que el traje que usaría en la noche de mi desfile estaba terminado. Perfecto, ahora sólo queda esperar a traer a Marinette a mi mansión para probar el vestido que usará esa noche.


Gracias por las telas que me enviaste. 

   Gracias al cielo que Marinette recibió mi regalo sin que su padre se fuera a interponer. Temía que no lo hubiera recibido o, que si lo hubiera recibido lo habría arrojado a la basura.

Pero siento que es demasiado.  

—No quería que fuera tan simple esta vez —le comenté.

   Sé que alguna vez me implanté la idea de no regalarle flores y chocolates a Marinette, por eso pensé en las telas como regalo. 

No es por si es simple o no. Gabriel, soy capaz de comprar mis propias telas. Ya tengo como para ser hasta un edredón.

Nínfula ParisinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora