Precio, egoísmo y sacrificio. Segunda parte

733 77 22
                                    


—¿Cómo pudiste darte cuenta? Es imposible.

   No podía referirse a la relación que teníamos. Nadie se había percatado de lo nuestro ¿Cómo la reina iba a saberlo? Nathalie lo supo por mi descuido, no pude llegar a ser tan descuidado nuevamente. Tenía que ser una mentira, un truco de manipulación.

—Las imágenes pueden revelar muchas cosas, Gabriel —dijo mostrando unas fotos en su teléfono de mi show de moda. —Y con sólo verlas me di cuenta que era esa jovencita para ti.

—Eso no demuestra que ella y yo somos tenemos una relación, Audrey. 

—¿Relación? ¿Qué tipo de relación? —la cara de asombro de Audrey me demostró que ella no entendía lo que le había dicho —¿Así le llamas al hecho de que ella es tu inspiración? Una relación entre el diseñador y la inspiración que le ha motivado a crear una nueva colección, que transmite juventud y belleza. ¿O hay algo más?

   Mantenía su mirada fija en mí, tratando de leerme mis pensamientos a través de mis ojos. No puedo dejar que ella note lo que está pasando entre Marinette y yo. Nathalie y Adrien pueden ser casos distintos, pero Audrey no, ella usará toda la información que tenga a su favor para conseguir lo que desea.

—No hay nada —mentí. —Ella es una jovencita con mucho talento, enseñarle todo lo que sé ha sido mi fuente de inspiración al combinar nuestras ideas. Por eso, ella se quedará en París para ser mi a... aprendiz de moda.

—Estará mejor, conmigo —me susurró Audrey. —Lejos de ti.  

   Mi respiración de entrecortaba, apretaba mis puños con fuerza por la rabia. Marinette no se marchará a Nueva York, se quedará aquí conmigo.

   Al momento que Audrey me tendía una copa, la dejé en la pequeña mesilla cerca del sofá y me fui caminando directo a la puerta.

—No estoy dispuesto a pagar. 

—Recuerda, ¿Quién te ayudó? — me detuvo Audrey, volteándome para poder escucharla — ¿Quién te llevó a ser reconocido en el mundo de la moda? ¿Quién te hizo famoso? Me lo debes todo, sin mí seguirías dibujando tus diseños poco realistas y cosiendo en ese pequeño atelier. Yo moví todo para que tu nombre fuera conocido en el mundo de la moda. María...Quiero decir, Marinette, no conseguirá nada.

—Ella lo tendrá todo — dije encaminándome hacia ella. —Se merece tenerlo todo, el éxito, la fortuna, su lugar en el mundo de la moda. Y si me supera, no me importa, será un placer que me supere.

   Sus ojos azules me penetraron cada vez más, había frío, desprecio, tratando de usar sus fuerzas intentando tener una dominación en mí. Por eso, intentaba ponerme alerta ante cualquier ataque de la reina, es como en un juego de ajedrez en el que debes intentar predecir el movimiento de tu oponente. Más aún, siento que esto se volvió un partido de ajedrez en el que la reina intenta atacar a la mía para atacarme después a mí, el rey. 

—Creo que ya lo he descubierto, es imposible que a ti te interese el futuro de una joven de esa manera, sin que te importe que termine superándote. ¿Acaso te gusta?

   Silencio, no dije ni una sola palabra. Estaba totalmente quieto mirándole fijamente mientras ella se acercaba pavoneando hacia mí con la copa de vino en la mano.

—Esta bien, no me hables. No necesitaba de una garantía para volverte mi amante. Sin embargo, ya que te niegas, piensa mejor en aceptar — y sostuvo la copa cerca de mi boca, inundando mis fosas nasales con el aroma lleno de licor. —Tal vez termine quitándole su prestigio antes de que comience, si resulta ser verdad. 

Nínfula ParisinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora