Capítulo extra

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La sombra de Nathalie

—¿Aún no ha despertado mi padre?

—Todavía no, Adrien.

   Desde que le dio ese ataque miocardio, han pasado sólo un par de días, el médico dijo que no era un paro cardíaco muy grave y habría que esperar días para que pudiera despertar, hasta que sus presiones regresaran a la normalidad.

   Este trabajo no ha sido fácil para mí, desde un principio, no sabía que me exigirían demasiado el día que lo tomé, pero en verdad lo necesitaba. Sin embargo hay cosas que han valido la pena; ver a Adrien crecer, por ejemplo,me encariñé tanto con él que lo he visto como a un hijo ya que nunca tuve la oportunidad de tener uno.

    No hay día que lamente no haber formado una familia, porque al estar rodeada de la familia Agreste mis deseos se habían intensificado pero me guardé ese deseo sabiendo que nunca se haría realidad.

   Con Emilie, nos hicimos tan amigas que confiábamos la una de la otra, por eso cuando murió yo también sufrí al igual que Gabriel Agreste, pero supe como continuar.

   Empecé a sentir un gran respeto hacia mi jefe al paso del tiempo, nunca creí que se volvería algo más, pero así fue mientras estaba trabajando a su lado y quería ver que habría más allá de aquella mirada seria y fría, encontrar a ese Gabriel Agreste que había amado a su esposa con todo su corazón y era capaz de hacer cualquier cosa por amor.

   Fui conociendo todo sobre él, sus secretos aunque no fueran agradables, los acepté como cualquier mujer enamorada aceptaría los defectos del hombre. Yo fui la primera en darme cuenta que esa imagen de perfección era una simple ilusión y nunca dije nada al respecto porque en verdad lo admiraba.

   Y allí nació una de mis razones por continuar en el trabajo, aunque él siempre había dejado en claro que nunca amaría a otra mujer después de Emilie, con estar trabajando a su lado estaba más que satisfecha.

   Sin embargo, nunca sospeché que una jovencita terminaría cautivando su corazón.

—¿Cómo lo hizo? — me preguntaba mientras le acariciaba la cabeza a Gabriel Agreste.

   Nunca se me vino a la cabeza que terminarían así, hasta que vi que algo no andaba bien en sus constantes visitas, él nunca mostraba tanto interés de esa manera por alguien, jamás había visto tanta admiración por una jovencita de esa manera.

   Y cuando los encontré aquel día a los dos desnudos en la cama de Gabriel Agreste, no podía pensar en otra cosa que no fuera desagrado.

   ¿Cómo era esto posible? Me sentí asqueada, pensé que la había forzado a hacerlo en aquellos momentos, pero no fue así.

   Ellos se amaban, es lo que me decía, y aún me estuve preguntando cómo fue posible que una jovencita logró lo que nunca pude hacer en tanto tiempo.

   Marinette era sólo una menor cuando ocurrió, tenía que haberla forzado, es lo que seguía pensando, hasta llegaba a pensar que era sólo un capricho de Gabriel, una crisis de madurez que le incitaba a estar con jovencitas, claro, los hombres siempre buscan una joven inocente para cumplir sus deseos sexuales porque las maduras ya no tienen ese vigor que les puede entregar las jóvenes.

   Mi decepción se hizo más intensa cuando supe que le había provocado un aborto. No parecía el mismo Gabriel Agreste que yo creí que era, no era más que un egoísta, sabía que esto del enamoramiento por Marinette era un simple capricho, no era por amor lo que estaba haciendo. 

   Si en verdad la amaba, no hubiera hecho lo que hizo, se habría hecho cargo de criar al bebé.

   Nunca pensé que el hombre por quien tenía estos sentimientos me haya decepcionado tanto, ahora lo único que hacía era aborrecer todas sus acciones.

   Pero entonces comencé a sentir compasión al ver como sufría, tal vez haya cometido un error y no podía odiarlo por eso. Allí me di cuenta que clase de hombre era Gabriel Agreste, era un hombre enamorado, porque no ha habido hombre en la tierra que no haya cometido antes una locura por amor.

   Estuvo a punto de perder la vida por arriesgarse a proteger la de ella.

   Y lo fui admirando aún más al ver cuanto se esforzaba, cuanto se sacrificaba por ese amor, resistiendo el sufrimiento y las adversidades.

   Pero ahora, él pudo perder mucho más gracias a ella. No se la merece, es sólo una niña que no comprende el mundo de los adultos, ese fue el mayor error del señor Agreste, escoger a una jovencita para adentrarla en un mundo de adultos.

—Nathalie...¿Qué pasó?

   La voz ronca del señor Agreste me sacó de mis pensamientos, al fin había despertado. Estaba tan confundido observan todo alrededor, yo con toda mi gentileza le tomé su mano y le dije:

—Le dio un ataque miocardio, señor. Ha estado inconsciente por algunos días.

   Luego de que el médico le diera algunos chequeos, recomendó que se quedara por algunas semanas de reposo para que su ritmo cardíaco se recuperara y estuviera alejado de estrés que le pudieran alterar.

   De ahí en adelante, me encargué de todo el trabajo de mi señor hasta que se fuera a recuperar, en mis constantes visitas no dejaba de preguntarme si podía ver a Marinette.

—Es mejor no verla en estos momentos, señor. Está ocupada tanto como podría estarlo usted si no estuviera enfermo.

   

   Un día, me encontré con la sorpresa que Marinette estaba en el hospital para visitar al señor Agreste, mas antes de que pudiera saber donde estaba su habitación, yo la detuve y le pedí que me acompañara a la cafetería para tener una charla con ella. Accedió y me acompañó a la cafetería y pedí un café para mí y un jugo para ella.

—Tenemos que hablar, Marinette. No pueden seguir viéndose, tienes que dejarlo ir, después de lo que hiciste, es mejor que no continúes con él.

—Pero me di cuenta que lo amo, y quiero que me perdone por el mensaje.

—En el amor, implica sacrificio, si siguen estando juntos, sufrirán el uno al otro ¿Eso es lo que quieres?

   Mis palabras le estaban llegando, lo notaba por el movimiento de su cabeza que iba bajando hasta desaparecer su mirada.

—Tú no eres capaz de resistir el mundo de adultos que tiene Gabriel Agreste, él necesita una mujer a su lado, no a una niña. Adrien necesitará una madre, y tú no puede cumplir esa función, aún eres joven, y no le hará ningún bien aunque vayas a tener la edad suficiente para casarte.

—Sí, comprendo — empezó a decirme —, pero mi corazón llama por él. Si tuviéramos otra oportunidad, podríamos...

—Piénsalo, no estás lista para este mundo, quédate en donde estás y él se quedará en donde está, sin ti. Eres muy joven para tomar esas riendas.

   Ella no me dio una respuesta, simplemente se levantó de su asiento y salió de la cafetería. Yo también hice lo mismo y me encaminé hacia la habitación de Gabriel.

   El sueño terminó, es hora de que Gabriel Agreste despierte. Buscaré la manera de ser la mujer que entre a su corazón.

   No soy tan distinta a Marinette, tenemos el mismo color de cabello, casi el mismo tono de ojos, si es eso lo que le gusta, entonces yo puedo ser mejor.

   Yo puedo ser capaz de cuidarlo, he resistido durante años su carácter, acepto todos sus defectos, soy lo que necesita, una mujer fuerte.

   Si no puede amarme, entonces no me importará que otra mujer venga para hacerlo feliz, porque juro que siempre voy a apoyarlo en todo y estar a su sombra hasta el final.

Nínfula ParisinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora