Embriagante

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     Lo que sea, por mi nínfula, por borrarle esa tristeza de su rostro y cambiarle por una sonrisa.

   Para aparentar que nunca había hablado con Audrey, fui a hablar con un camarero y le pagué para que pudiera elegir mi vino.

   Regresé con Marinette a la mesa, que ahora se encontraba asombrada observando el menú.

—¿Ya pensaste en que comer?

   Parecía que estaba tan distraída que cuando fue alzando la cabeza se quedó sorprendida.

—Lo siento. Nunca he probado ninguno de estos platillos, así que no sé que elegir.

—Déjame ayudarte — le dije sentándome a observar el menú.

   Elegí unos buenos platillos gourmet para ambos mientras el camarero habría la botella de vino y servía una copa. 

—¿Qué bebida quiere la joven, señor?

—Una limonada, por favor — respondió Marinette y el camarero se retiró.  

—Esta ha sido la mejor noche, porque puedo estar contigo, Marinette.

—Desearía que la cita no terminara — musitó ella.

   Sentí como la sangre fluía sobre mis mejillas cuando mencionó la palabra ''cita''. Una cita ¿Mi tercera o cuarta cita? Ya no puedo contarlas, cada momento que pase con ella será como una cita. Un momento maravilloso en nuestra cena, me sorprendía los gestos que hacía cuando probaba un bocado.

—Es tan deliciosa como lo que comes en la mansión —observó Marinette.

   Y nuestro momento juntos estaba siendo perfecto, nadie posaba su atención en nosotros dos, estaban más atentos a la exhibición de joyas, en los temas de la Semana de la Moda que fijar su vista en los que estuvieran alrededor.

   La alegría me invadía y el deseo de estar más tiempo con ella me hervía la sangre.

   Después de cenar, observamos las joyas para darles a todos la idea de la razón por la cual nos encontrábamos allí.

  —Ven conmigo, hay algo que quiero hacer contigo para sellar la noche como la más perfecta.  

   La llevé afuera del restaurante, donde había un jardín con una estatua de mármol que tenía  un banco en medio donde nadie fuera capaz de vernos por la noche. 

—¿Qué sucede? — preguntó Marinette mirándome con curiosidad.

   Era un buen momento para eso, mi noche sería perfecta para mí, borrando por completo que alguna vez hubo una imperfección en este día tan especial de moda.

   Cuando saqué la caja, el sonreí rápidamente, esto sería el momento perfecto con mi nínfula.

—Tengo esto para ti — y le mostré la caja de terciopelo.

   Mi Marinette estaba sorprendida al observar la caja, cuando tomé su mano y se la coloqué en su palma sin dejar de sonreír por lo tierna que se veía con aquellos ojos que expresaban curiosidad al observar la caja.

—Espero que no sea un anillo — soltó ella con una pequeña sonrisa.

—Ábrelo.

   Hace lo que le pido y su cara queda de asombro cuando saca un collar en forma de mariposa vista de perfil, que agarraba con un probóscide a una catarina. Las alas resplandecían con pequeños cristales que si estuvieran ahora a la luz brillarían de colores.

Nínfula ParisinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora