—Mi nínfula, también te amo. Tanto como temo perderte, mis celos me traen ese miedo —le confesé.
La levanté y la senté encima de la mesa, ella bajó la cabeza moviendo la cabeza en señal de negación.
—¿Cómo piensas que voy a fijarme en un chico, si ya tienes ocupando mi corazón?
—Recuerda que también fui joven, Marinette — dije acercándome a su rostro. —Mi corazón comenzó a confundirse por dos chicas que me tenían sintiendo mariposas en el estómago. Para mí, fue fácil elegir, para una chica, nunca lo es.
—¿Cómo sabes eso? — me preguntó Marinette, mirándome de manera curiosa.
—Me lo dijo mi mejor amiga en la secundaria —le confesé, susurrándole al oído. —Estaba enamorada de mí y de otro chico, y terminó eligiendo al otro.
Por esa experiencia y muchas otras que pasé a la edad de Marinette, es que aún sigo teniendo temores de que Marinette me abandone. En su plena juventud, nunca es sencillo para ellos elegir.
—Yo no tendré que elegir — me contestó ella, sonriéndome.
Para mi gran sorpresa, ella me besó, yo enseguida cerré los ojos y la rodeé con mi brazos para disfrutar del momento. Entonces, la recosté con cuidado sobre la mesa, poniendo todo mi peso sobre ella, apoyándome con mis codos sobre aquella superficie plana.
—Inventa cualquier excusa con tu amiga y quédate el resto de la tarde, conmigo — le susurré, luego, rocé con mis labios el lóbulo de su oreja. —Ámame, Marinette.
—Gabriel... —gimió Marinette cuando mis labios se deslizaron hasta su cuello, besándolo con placer. —Sería...
No podía dejar de deleitarme, especialmente cuando mis manos fueron hasta su cintura, deslizaron la camiseta de su pijama hasta arriba, dejando al descubierto, la desnudez de sus pechos; mi lengua se deslizaba por uno de ellos hasta sus aureolas donde le di un roce a su pezón.
—Gabriel — me empezaba a decir entre gemidos. —Podríamos correr el riesgo de separarnos para siempre.
Me detuve al escuchar su comentario, meditando en lo que había dicho observando sus ojos.
—Es una tortura —lancé un suspiro sollozó y recosté con cuidado mi cabeza sobre sus pechos. —Sin tenerte conmigo, es una tortura. Quiero tenerte, saber que todavía sigues siendo mía.
Le di unos cuantos besos sobre sus pechos y le volví a bajar la camiseta del pijama, sin mirarla. No quiere estar conmigo.
—Le diré a Nathalie que te busque algo para vestirte, no quiero que vuelvan a verte afuera en pijama.
—Bueno...Ya olvidaba que llevaba puesto una pijama —y se sonrojó al momento que se cubría con mi chaqueta.
—Ve a mi habitación para cambiarte —le ordené.
Estaba tan desilusionado, yo he tomado riesgos por ella. ¡Y no puede hacer lo mismo por mí! Salí del antro y me encontré con Nathalie cerca de la puerta, le ordené que buscara una ropa para Marinette para que pudiera salir de forma decente a la piscina con sus amigas.
—Su hijo lo espera, señor —me dijo Nathalie.
Como pude olvidarlo, le dije a Adrien que luego regresaría con él a su habitación. Subí las escaleras y en cuanto entré, lo encontré sentado en el sillón.
—Te esperaba para ver el resto de la película, juntos.
Fue algo conmovedor para mí escucharle decir aquellas palabras. Aunque podría ser una forma de compensarme por haber huido de la casa durante sus lecciones de piano, nunca sabré lo que lo empujó a hacerlo, pero me alegraba hacerlo.

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Nínfula Parisina
FanfictionGabriel está dispuesto a hacer lo necesario para recuperar a Marinette. Su amor por ella le da la fuerza para seguir adelante con sus planes para lograr estar juntos nuevamente. Nada le será fácil, en su camino tendrá obstáculos, personas y fantasma...