Lo único que podía pensar era en como iba a demostrar mi amor hacia Marinette, no podía concentrarme en otra cosa estando en el antro ocupándome de mis bocetos de joyería. Lo pensaba hasta que vi como Audrey entraba a mi mansión, me sorprendía tanto que se atreviera a venir aquí.
—Me siento complacida, es una lástima que ya deba irme pronto, pero volveré y te dejaré un recuerdo.
—¿Cual recuerdo? No necesito ningún recuerdo de ti, tenías lo que querías.
Se le dibujó una sonrisa en el rostro mientras se iba pavoneando hacia mí, rodeó con sus manos mi cuello y antes de que pudiera hacer algo, me besó en los labios. Estaba tan asombrado que me quedé paralizado, como si con sus labios estuviera transmitiéndome veneno y aún así no podía resistirme al sabor dulce que recordaba de sus labios y todavía conservaban ese sabor a miel que tanto le caracterizaba.
Demasiado irresistible.
Tanto que no podía sucumbir a los besos y rodearla en mis brazos.
Cuando ella se separó de mí, al abrir los ojos, observé a Marinette paraba con la puerta del antro entre abierta, con los ojos llenos de lágrimas, al verla salir, me aparté de Audrey y fui corriendo tras ella, tenía que intentar decirle que no había nada entre la reina y yo. Afuera en las calles la lluvia comenzó a caer como un gran torrente, observé como Marinette seguía corriendo hasta llegar a las rejas de la mansión donde cayó al suelo y empezó a gemir por el llanto a medida que me iba acercando, a pesar de la lluvia, podía escuchar como lloraba y se iba abrazando a si misma estando de rodillas.
—¡No me toques! —empezó a gritar sin siquiera mirarme —¡Me lastimas! Estabas con ella, mentiroso.
Traté de levantarla, pero cuando le tomé de los hombros, ella comenzó a gritar como si en verdad mi contacto le estuviera haciendo mucho daño.
—No quería lastimarte — le fui diciendo agachándome. Observándola de manera preocupada, tratando de sonar con toda la sinceridad. —No quería hacerlo.
Allí podía notar como de su pecho estaban saliendo unas perlas que terminaron cayendo hacia el suelo mientras ella se levantaba, mirándome con infinito dolor, a medida que quedaba de pie unas espinas de acacia la fueron rodeando y me fueron rodeando del mismo modo, sintiendo como un intenso dolor me oprimía el corazón. Era como sentir una mano fuerte tratando de apretarlo hasta que pudiera reventarlo.
—No soy una mujer como ella.
Fue lo último que le pude escuchar antes de que mi respiración se cortara.
Respiré con temor a como si temiera perder el aire, la oscuridad invadió mis ojos, noté que estaba en mi habitación acostado en mi cama, todo había sido una pesadilla. Me pasé las manos por mi cabello respirando hondo, no puedo dejar que Marinette sufra de esa manera, si se llega a enterar lo que debo hacer para tener garantizado su sueño de ser diseñadora, jamás me lo perdonaría. Mi relación se destruiría así como casi destruye mi matrimonio.
Suspiré, es una de las decisiones más difíciles que debo de tomar.
Al día siguiente, temprano en la mañana, llamé a una florería y ordené un ramo de flores que tuviera un arreglo en específico, uno que lograra transmitir un mensaje para que Marinette me fuera a perdonar por mi comportamiento egoísta. Ya sólo faltaban tres días para que finalizara la Semana de la Moda y debía tener en ese lapso que ella aceptara mi perdón.
Después de varias horas, ya tenía el ramo de flores, contenía orquídeas blancas, camelias blancas, alhelí amarillo, lirio y crisantemo violeta. Coloqué el sobre dentro del ramo y lo guardé en una caja de plástico que incluí con mi orden del ramo.
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Nínfula Parisina
Fiksi PenggemarGabriel está dispuesto a hacer lo necesario para recuperar a Marinette. Su amor por ella le da la fuerza para seguir adelante con sus planes para lograr estar juntos nuevamente. Nada le será fácil, en su camino tendrá obstáculos, personas y fantasma...