25: Espinas

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Elián

Muevo la copa de vino en forma circular, mientras observo por la ventana, varios Seguidores de la Logia de la Serpiente están rodeado el edificio. Sonrío ―ilusos― van directo a una trampa, mi trampa. Pensar que en este momento yo también estoy en una. Aunque claro, yo sí puedo zafar de esta.

―Querida hermana, baja esa arma ahora ―le digo a Anastasia, que me apunta con su revolver a mi espalda.

―Nos traicionaste.

Me río.

―Admito que soy el perfecto traidor, pero esta vez estás equivocada.

―Explícate.

Un halcón en busca de su presa, un destripador que tiene una serpiente y un mafioso que quiere a su alegría. Sinceramente todo es un enredo complejo y lleno de pétalos, pero por supuesto mis rosas estarán plagadas de espinas.

―¿Quieres que te cuente una historia? De acuerdo, lo haré.

Años atrás...

Cierro el trato con un cliente, un barco zarpara mañana y tengo que tener todo preparado, para que no haya ningún error. Personas serán vendidas al mejor postor allí. Es mi trabajo encargarme que todo lo ilegal no se descubra. Nada puede salir mal. Por eso, soy el mejor para este trabajo. Aunque también podría decir que mi aburrió, ser el último en todo nunca es divertido.

Hasta parezco amargado.

Me levanto de mi asiento, estrechando la mano con el hombre. Veo como se retira del edificio mientras yo aún debo esperar al oficial corrupto que se encargara de entregar todos los papeles, para que la justicia no interfiera. Me mantengo parado fuera del lugar mientras espero.

―¿Eres Elián? ―oigo detrás una voz femenina y me giro.

Una bella mujer de cabello oscuro como la noche y pareciera que sus ojos brillaran como las estrellas combinados con esa sonrisa llena de confianza. Obviamente me acaban de mover la estantería y pocas mujeres logran eso en mí.

―Elián Ender, a tu servicio ―agarro su mano y la beso ―¿Y tú eres...?

―Detective Ayelén Wesley, un encanto ―me guiña el ojo y me río.

―Ayelén significa alegría, que emocionante, ¿Eres mi contacto? Es obvio que me acabas de alegrar el día.

Instantáneamente hacemos conexión, no sé cómo, pero pase de amargado a feliz en tan solo un momento. Hacer negocios con esta mujer es excitante. Sin contar otras cosas después de atender el trabajo. Quiero decir, luego del papeleo, ella coquetea conmigo y no evitamos ni un segundo tener situación intima.

Vamos a un hotel y como todo un caballero pago la habitación. También como un salvaje, la tiro sobre la cama y subo sobre ella. Nuestras respiraciones se escuchan agitadas al ritmo que vamos y recién acabamos de empezar.

En serio, hay química.

―Mi Alegría, ¿Dónde estuviste toda mi vida? ―digo susurrando cerca de sus labios.

―En algún lugar de este mundo y en ninguno también ―ríe y me besa, a lo cual fervientemente le correspondo ―te advierto, no te enamores de mí.

―Pura pasión, entonces ―me quito la chaqueta enseguida y rápidamente me desabrocha la camisa, para tocar mi torso.

Se muerde el labio inferior.

―Elián, eres realmente caliente.

―Y aun no has visto nada ―la beso otra vez.

Ella desata mi cinturón y yo abro su blusa. No espero nada para presionar sus pechos y arrancarle rápidamente el sostén. Muerdo su pezón al instante y ella gime para mí. Mi mano recorre su cintura, bajando llega a su pantalón, sigo descendiendo hasta sus bragas y me adentro a tocar su parte más íntima.

Perversa Oscuridad: Caras [#4]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora