30: Marido

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Ayelén

Años atrás...

Observo aquel diamante incrustado en el anillo y cierro rápidamente la cajita dónde se encuentra guardado. Niego con la cabeza mientras él me mira seriamente. Apoya sus manos en las mías para luego sonreír.

―¿Por qué no?

―Tengo cosas más importantes que atender que una estúpida boda ―evito verlo bajando mi vista hacia un costado ―no puedo distraerme con trivialidades como esta.

―Sería lo mismo que como estuvimos viviendo hasta ahora ―mueve sus manos hasta mis muñecas y me acerca hasta su cuerpo, las baja agarrándome de la cintura ―te ayudare en todo lo que necesites y tú solo deberás complacerme como pareja, nada más.

―Elián, sé que quieres formalizar esto, pero en definitiva no es lo mío, no voy por la calle diciendo estoy atada a un hombre y los anillos dicen eso perfectamente.

Se ríe.

―Prometiste que serías mía.

―He prometido tantas cosas en mi vida ―muevo el rostro para dónde estoy mirando ―que ya ni me acuerdo.

Agarra mi barbilla y mueve mi cara para que lo observe.

―¿No me amas?

―No empieces ―intento no verlo aunque sostiene mi rostro.

―Mírame ―insiste.

Giro mi vista a sus intensos ojos verdes.

―Te prometí que serías el único, así que lo eres ―mis mejillas arden ―lo conseguiste, ¿Qué clase de hechizo me has hecho? ―mi corazón se acelera por la confusión que me genera. Suspiro cuando se acerca a mi rostro ―¿Qué más quieres de mí?

―Que digas que sí y que me amas, que dejes de evitar el tema, que nos casemos y que tengamos sexo todas las noches. Además, lo más importante, que aceptes de manera indiscutible que soy tu mayor aliado.

Me muerdo el labio inferior.

―¿Algo más señor exigente?

―Pediría que no te acuestes con otros hombres ―mira hacia otro lado irritado y luego sonríe para observarme otra vez ―pero eso sería quitarte tu naturaleza salvaje.

Frunzo el ceño.

―No lo he hecho tan seguido, no te quejes ―bufo.

―Soy un hombre paciente, un poquito celoso, pero aun así soy tu mejor opción, nunca te he recriminado nada ―acerca su rostro al mío ―por ahora.

―Entonces cuando nos casemos, tendré problemas, me estás queriendo decir ―bromeo.

―No lo sé, eso deberás averiguarlo por ti misma ―sonríe acariciando mi mejilla y luego me besa apasionadamente.

Me hace retroceder hasta la pared del cuarto en el que estamos y agarra mi trasero para acercar su entrepierna a mis caderas. Puedo notar la erección que tiene por solo haberle dicho indirectamente que sí a su proposición. Tener sexo en su mansión es muy normal, pero esta noche supongo que esto significara mucho más para él y un poquito para mí, no tanto yo porque no estoy segura aun de haber aceptado. La indecisión simplemente está, por la razón de que ha sido todo muy precipitado.

Y no me equivoque.

Tiempo después...

Miro el anillo en mi mano, puesto en mi dedo anular izquierdo, Elián duerme tranquilamente a mi lado. Han pasado pocos días de que nos casamos y la verdad, hay algo que me inquieta. Y no me refiero a no engañarlo, ya me he comportado como una esposa de diez puntos. Me comportado de la manera en que él quería e incluso lo he dejado satisfecho más de la cuenta.

Perversa Oscuridad: Caras [#4]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora