12: Furioso

1.4K 128 85
                                    

William

Baja de mi coche negro de vidrios polarizados, me quito los lentes oscuros y los guardo en el bolsillo de mi traje. Avanzo entrando a la comisaria con una amigable sonrisa. Justo el Comisario Hernández, pasa por el pasillo y me ve, sobresaltándose.

―¿William? Tú... ―Me mira confundido y lo interrumpo.

―Como cuando acusan a alguien injustamente. ―Me hago el dolido y se lo cree. Me acerco, entonces toco su hombro―. Ha pasado tiempo, pero ya estoy por aquí. ―Sonrío.

―¿Cómo pudo ser...?

―Averigüé demasiadas cosas sobre la Sociedad de las Letras y decidieron meterme una trampa, sin embargo, ya estoy bien, la justicia prevaleció y jugó a mi favor, como debe ser.

―Estoy tan avergonzado por pensar eso de ti, sabía que eras un buen chico ―exclama contento―. No me decepcionaste.

―Me alegra, porque tengo que pedirte un favor ―expreso seriamente―. Por casualidad, ¿tienes todavía mis cosas? Tengo que buscar algo por allí.

Levanta las manos.

―No hemos tocado nada. ―Se ríe―. Tu oficina sigue intacta.

―Genial. ―Amplío mi sonrisa―. Si me permites...

Retrocede.

―¡Adelante, pasa! Siéntete como en casa, bienvenido de regreso.

Asiento y me dirijo hasta allí, me acerco a mi escritorio, abriendo mi cajón con una llave especial. De ahí saco mi querida Ruger MK, ha vuelto a su sitio, qué emoción, tengo mi arma otra vez. Me pongo un guante para que mis huellas no se marquen y luego la guardo, para después buscar lo que realmente vine a agarrar. Abro el compartimiento oculto y la copia del pendrive que tenía la información de la Sociedad de las Letras está intacta, oculta allí. Agarro una de las portátiles que se encuentran en el cubículo y me siento, conectando el aparato con la laptop. Presiono un botón y activo la información.

«¡Huy! Me divierto mucho», ríe S.

Activo un código y la información más oculta de este sale a la luz.

"Datos sobre el Supremo Señor Letra".

Escribo como cinco contraseñas más para activar otro código y después retrocedo en los años de la información.

"James Stefanoski".

―Hola, papá. ―Sonrío―. Dame la contraseña. ―Vuelvo a apretar otro botón y frunzo el ceño cuando este no se activa.

«¡Viejo del orto!», grita la voz agresiva, más furiosa que nunca.

Mi mandíbula se tensa e intento otra cosa. Vuelvo a presionar el botón, a ver si el código me lo permite. Cliqueo una y otra vez. Me titila el ojo de tanto fallar, necesito esa contraseña.

―¿Qué tal...? ―Me lo pienso y escribo.

"Entrenador".

Lo busco por ese seudónimo y consigo datos que también me sirven. Sonrío e imprimo rápido lo que he encontrado. Quito el pendrive y me lo guardo en el bolsillo. Ya no puedo dejarlo aquí, además seguro para seguir protegiendo la Logia y mantener el anonimato, será preferible cambiar de sucursal en la comisaria.

No vaya a ser que me cruce con Merche.

Salgo rápidamente de la oficina, saludo al comisario y me retiro de allí. Antes de subir al auto, escucho el sonido de mi celular y contesto.

Perversa Oscuridad: Caras [#4]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora