28: Sexo Prohibido

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Hanna

Un plan simple para atrapar a Fantasma, solo tengo que esperar noticias de Bastián, ya es de noche, debe suceder ahora. Camino por los pasillos para no levantar sospechas y voy hasta mi cuarto. Es tan extraño tener la pieza para mí sola, después de la orden de S, ya no he podido ver a Julia y ahora no hay nada aquí. Además se encuentra muy oscura la habitación, raro, la luz no enciende. Siento que la puerta se cierra detrás de mí y rápidamente me giro. No veo el rostro de la persona, está muy oscuro. Debe ser alguien astuto, porque no lo vi venir.

―¿Quién eres y qué haces aquí? ―retrocedo.

―Me he topado con mucha traición este último tiempo ―opina con esa voz tan confusa, tiene algún aparato que la cambia como la vez del baile ―¿no te has dado cuenta todavía?

―Fantasma... ―expreso tranquila, si me acercara un poco más, podría ver su rostro, pero no puedo precipitarme, estoy sola aquí ―creí que querías que nos viéramos en el jardín.

―Cambio de planes de última hora ―ríe.

―¿Y qué haces aquí?

―Quiero jugar con la tramposa ―levanta una tela que más o menos puedo discernir que lo es en la oscuridad.

―¿Por qué crees que voy a taparme los ojos? Fue muy descuidado de tu parte ―sonrío.

―¿Eso crees?

―Obvio que sí.

―¿Por qué no te aseguras? ―hace una señal para que me acerque.

Frunzo el ceño.

―No soy idiota.

―Vale, lo haré yo ―da un paso adelante y retrocedo ―¿Tienes miedo?

―No, soy precavida ―aclaro.

―Entonces yo tendré que ser veloz ―agarra mi mano rápidamente, me empuja hacia él, pero no pierde el tiempo porque me gira y mi espalda choca contra su torso, siento su respiración en mi oreja ―¿Ves? Era muy fácil.

―¿Qué pretendes? ―digo seriamente.

Noto sus dedos como rozan mi cuello de una manera delicada, entonces la piel se me eriza y me sonrojo ―este hombre sabe tocar― me muerdo el labio inferior.

―¿No quieres jugar conmigo? Pensé que había química.

―No lo sé... ―lanzo un gemido cuando presiona uno de mis pezones a través de mi remera ―. No hagas eso ―le advierto acalorada.

―¿Es que acaso no te gusta? ―su mano rodea todo mi pecho, lo aplasta sin compasión, haciéndome sentir el deseo y la excitación. Sus labios rozan mi oreja, entonces vuelve a hablar ya que no le contesto ―Deberías olvidarte de todo lo demás y disfrutar.

Su mano sube y me cubre los ojos con aquella tela, me da la vuelta para luego besarme con intensidad, le hago caso y sin pensarlo le correspondo. Como si de nada se tratara, rápidamente caigo sobre la cama y mi espalda choca con las suaves sabanas, acto seguido noto que él está sobre mí.

―¿Quién eres? ―echo un suspiro cuando sus dedos pasan por debajo de mi pantalón y recorren mi piel hasta llegar a mi intimidad ―¡Ah! ―me muerdo el labio inferior.

―No te resistas a la tentación, es algo que ambos queremos ―vuelve a besarme mientras masajea mi clítoris.

Mis piernas tiemblan por la sensación que ataca a mi feminidad, él sabe cómo hacerme flotar, noto las estrellas de la excitación que siento. Todo tan oscuro, no veo nada, pero el tacto de sus dedos está ahí, acechándome, una y otra vez, tocando hasta lo más profundo de mí. Estallare en cualquier momento, estoy segura.

Perversa Oscuridad: Caras [#4]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora