34: Culpable

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Ayelén

Sabía que tanto odio no podía ser por nada ¿Quién lo diría? Voy a robarle una idea a Julia Azulay, ¿Por qué no lo pensé antes? Que mejor forma de sacar provecho de la situación y engañar a un hombre astuto, que poniéndole droga en su vaso. Hanna me ha contado como es que Julia y William consumaron al pequeño Matthew. Fue por mera curiosidad, pero me ha servido para un buen plan, que no tiene nada que ver con el Señor S.

―Entonces Nathaniel ―Me siento sobre el escritorio, le sonrío y apoyo la copa en este, mientras él revisa los archivos de la sala como siempre ―¿Ya has encontrado algo acerca de mi padre?

―No ―pronuncia cortante como es él.

―¿Alguna vez tendremos sexo?

―No.

Levanto el vaso.

―¿Quieres una taza de vino?

―No.

―Ay que frio eres ―Me río ―. Así nunca me darás calor ―revoloteo mis pestañas de manera coqueta.

―No necesito darle calor, señorita.

―¿Eres precoz? ―indago.

―No ―responde sin titubear ni ninguna vergüenza.

El problema de los hombres que no muestran emociones, es que no sabes lo que piensan ni por asomo, por eso es difícil convencerlos. Por suerte para mí, eso no es un problema, siempre tengo alguna táctica oculta.

Bebo de la copa y me observa. Ser coqueta nunca funciona con él, por eso controlo cada movimiento. Si había una pisca de duda sobre lo que tiene la bebida, ya desapareció. Cuestión, nunca hubo tal droga, obviamente no en el vino que estoy tomando. Nathaniel sigue revisando los archivos, sé que finge, pero ya se acabó el teatro.

Hace efecto.

―Deberías marcharte ―me aclara y yo sé por qué.

―¿Por? ―Ladeo la cabeza ―Aún no es de noche.

Hace un gran bostezo, entonces cierra y abre los ojos confundido.

―El... el Señor S. ―explica algo aturdido ―tuvo una recaída, no es conveniente que estés rondando por aquí. No podrá defenderte de la ira de sus Seguidores.

Dejo la copa y bajo del escritorio, acercándome hasta él.

―Ah ―Toco su chaqueta ―¿Te preocupas por mí?

―No ―exclama cortante nuevamente y se aparta algo despacio ―. Es mi... trabajo ―Se agarra de la cabeza.

―Yo sí ¿Te sientes bien? ―Sonrío con malicia.

―Sí, solo estoy un poco cansado.

―Mucho estrés debe tener, siendo la mano derecha de S.

―Puedo controlarlo ―Tiene un vahído y lo agarro del brazo.

―¿Quieres un masaje?

―No.

Que terco.

Traigo una silla y lo hago sentarse, ya casi no puede sostenerse en pie. Me asegure de que justo tocara el archivo en donde puse la droga, tardó en hacer efecto, pero al fin lo tengo a mi merced.

―Nath ¿Estás bien? ―Me acerco a su rostro de manera seductora ―Dime ¿Hace cuánto que no estás con una mujer? ―Toco el botón de su pantalón ―Dime, que me vuelvo loca ―susurro en su oído y hasta casi creo que lo tengo por su reacción. Sonrío al ver el bulto en su pantalón y me relamo los labios ―¿Quieres que te atienda?

―No, es innecesario ―Respira agitado ―. Yo debo... ocuparme de cosas más importantes.

―Vamos hombre ¿Nunca te diviertes? ―Lo agarro de la chaqueta y se la bajo ―Un rapidito no estaría nada mal, nadie se va a enterar ―Muerdo su oreja.

―¿Nadie?

―Nadie ―Bajo el cierre de su pantalón y me agacho hasta dónde está su increíble bulto ―. Lo vamos a pasar bien, tú y yo ―Muevo su bóxer y veo su miembro erecto, lo agarro con suavidad empezando a lamerlo.

Un manjar delicioso.

―¡Uf! Señorita ―expresa excitado y se agarra de mi cabello mientras lo hago disfrutar, va a estallar, pero se lo aguanta a pesar de estar drogado.

Subo mis manos y toco ese buen torso. Voy a hacer que este hombre tenga una alegría en su vida alguna vez. Pobre, sí que lo necesita, solo había que darle un empujoncito. Me quito el pantalón y las bragas, sentándome sobre él, entonces lo beso y me corresponde.

―Señorita, esto no está bien ―me aclara.

―¿Acaso no quieres? ―Levanto el preservativo que saque del pantalón antes de quitármelo ―No me olvide de esto, si es a lo que te refieres ―Me río.

―No es eso, yo debo...

―No sufras, yo te llevare al paraíso ―Lo beso y cruzo mi pierna para quedar en frente de él ―del infierno podremos hablar después ―Agacho mi cabeza poniéndole el condón ―¿Quieres? ―Alzo mi cadera.

Se muerde el labio inferior y tarda en responder.

―Sí.

Sonrío.

―Muy bien.

Introduzco su pene en mi cavidad y lanzo un gemido de satisfacción, más jadeos surgen cuando comienzo a moverme, esto es la gloria. Nathaniel agarra mis muslos y gime desesperado.

―Oh sí ―Sus fosas nasales se dilatan sintiendo la excitación y luego mordisquea mi pezón a través de la remera que no me he sacado, para luego hacerme un chupón en el cuello.

―Nath, me emocionas ¡¡Uf!! ―Sigo el movimiento.

La traspiración en todos mis poros, empapada, hasta se siente el calor en el cuarto. Continúo la pasión con cada vaivén de mis caderas y puedo sentir la gloria acumularse. Tras sentir el dulce néctar del orgasmo repetidas veces, Nathaniel se muerde el labio inferior y también se viene. Su eyaculación explota y le rasguño la espalda cuando hace un sonido gutural, tan alto que enloquece. Sigo un poco más hasta que me detengo y nos miramos agitados cuando nuestros cuerpos solo se tocan el uno al otro.

―¿Cómo te sientes? ―le pregunto corriendo un mechón empapado que me cubre su excitante mirada de lujuria.

―Fabuloso... nunca me he sentido tan bien en toda mi vida ―Presiona mi trasero y me muerdo el labio inferior.

―Bien, ¿Estás cansado?

―Un poco ―Suspira y cierra los ojos.

Me acerco a su rostro, luego mi boca va directo a su oreja.

―Dime Nath, ¿Quién es el asesino de mi padre?

―Es... ―responde aturdido aun por la droga y el desgaste físico que le hice hacer para que le sea más difícil pensar ―James.

―¿Y ese quién es? ―Levanto una ceja.

―El Señor S.

Frunzo el ceño.

―¿Disculpa?

Se ríe.

―No esa Serpiente.

―¿A qué te refieres? ―Entrecierro los ojos.

―A James Stefanoski, el padre de William y Bastián.

―Pero... ―hago una pausa petrificada ―ese hombre está muerto.

―Sí, así es.

No puede ser, tiene que ser una broma ¿Y ahora que hare? ¿y cómo piensa responder a esto el actual S? No voy a dejarlo pasar, así sin más, nunca. Alguien es culpable y tiene que responsabilizarse de esto, debe pagar.

Perversa Oscuridad: Caras [#4]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora