Me levanto de la cama como un huracán, olvidando el dolor y mirándolo fijamente.
— ¿Esposa?—no puedo creerlo...
—Vuelve acá nena, te lo explicaré.—niego, tomando mis cosas y tratando de caminar hacia la puerta. Sus manos viajan hasta las mías y me tira sobre la cama. —No te vas a ir. No supongas ¿de acuerdo?—levanto mi vista y sonrío, recordando mis propias palabras.
Touché.
Me coloco delante de él y me abraza por detrás. Deja un pequeño beso en mi cabello y suelta un suspiro, toma mi mano y comienza a acariciarla.
—Tenía 20 años, conocí a Valeria en una discoteca, por que para ese entonces era un crío que únicamente pensaba en beber y tener sexo -suelto una sonrisa y beso su mano- nos conocimos y entonces empezamos a tontear, no tenía ni idea, que esa Valeria, era la misma niña de mi infancia, sus padres y los míos eran muy amigos, hasta que por asares del destino, tuvieron que viajar hasta América y se quedaron a vivir allí. Seguimos platicando y haciendo muchas cosas más juntos, nuestros padres comenzaron a vernos más y más seguido juntos, nos llevábamos muy bien. Hasta que un día, Valeria se desmayo mientras estábamos jugando un torneo de Polo. Su cráneo golpeo tan duro contra el pavimento, que tuvimos que llevarla de inmediato a emergencias, tenia un tumor en el cerebro. Los doctores la indujeron a un coma por un mes, cuando finalmente despertó, no recordaba nada, solo a mi. Sus padres estaban devastados y yo... no sabía que hacer. Para ese entonces ya tenía 22.—beso sus labios y lo observo fijamente.
—Puedes parar si quieres... No tienes por que.—niega con una sonrisa y me vuelve a besar.
—Valeria había estado enamorada desde siempre de mi. Así que decidí casarme con ella, mis padres estaban en completo desacuerdo, no querían que lo hiciera si no había amor. Pero en ese momento, sentí que era lo correcto. Esperamos hasta los 25 para casarnos. Finalmente nos casamos y el tiempo siguió, aprendí a quererla y di lo mejor de mi. Conforme paso el tiempo, Valeria empeoro... Las quimios no ayudaban y ella se debilitaba más y más. Fuimos con el doctor y dijo que había llegado el momento.—Daario suelta una lágrima que cojo con mis manos.—Le quedaba un mes de vida, hicimos todo juntos, comíamos lo que quería, la lleve hasta el Mar Egeo, en fin... Quise que tuviera un final de cuento. El momento llego y antes de morir, pidió hablar conmigo en privado, estaba asustado, y antes de que pudiera hablar sonrió y soltó: "Eres el mejor Daario, nunca olvidare lo que hiciste por mi. Mi momento llego, pero el tuyo continúa, verás que encontrarás a alguien a quien amarás de por vida. Como yo lo he hecho contigo. La chica será aquella tan única que cuando la mires, tu corazón palpitará y apuesto que será un infierno de chica."—suelto varias lágrimas y me pego a su cuello, ocultando mi rostro lloroso.
—Ella siempre estará viva en tú corazón.—susurro
—Murió a los 5 minutos que había salido de su habitación. Le gustaban las estrellas.—se quita la camisa y puedo ver en su pecho, el tatuaje de una estrella con una V entrelazada. Sonrío y beso su tatuaje, agradeciendo mentalmente a Valeria por haberme llevado hasta Daario.
—Por eso las máquinas y todo lo demás. Tenía que tener atención medica 24/7, así que decidí traer el hospital hasta acá. Tenía su propio lugar en casa y nadie la hacia sentir incomoda.—
—Por eso hay una parte de la casa a la que no se tiene acceso ¿verdad?—susurro recordando las palabras de Clarissa.
—Ese era su lugar. Sus cosas todavía siguen allí. Aunque creo que ha llegado el momento de un nuevo comienzo.—
—Siempre y cuando estés preparado cariño.—sus ojos se elevan hasta los míos y una enorme sonrisa brillante y blanca se forma en sus labios.
— ¿Que pasa?—pregunto
— ¿Como me llamaste?—
—Cariño.—susurro contra sus labios.
—Nunca vuelvas a dejar de llamarme así.—asiento y me río contra su cuello.
—Cariño, tengo mucha hambre. ¿Me alimentas?—me levanta junto a él, mientras camina hacia la cocina, parezco una planta pegada a él, todo el tiempo.