Camino hacia la ducha y entro dejando que el agua caiga sobre mi y me relaje un poco. ¡Vaya día! Lavo mi cabello y mi cuerpo en pequeñas caricias, estoy sumamente sensible, al rosar mi trasero suelto un quejido. Me acerco hacia el espejo y me observo ¿Que demonios?
Mis pechos y mi cuello se encuentran completamente marcados, y estoy segura como el infierno que ni el maquillaje más potente los podrá ocultar... Mi trasero esta completamente rojo y en algunas partes, todavía se encuentra marcada la mano de Daario. Me devuelvo a la ducha, lavándome con sumo cuidado. ¡Es un hijo de puta!
Salgo de la ducha y tomo la toalla secándome el rostro y el pelo, camino de nuevo hacia la habitación y me encuentro a Daario recostado sobre el marco de la puerta, en la cama se encuentra una pijama y la cojo colocándomela sin bragas y sin sostén. El dolor es más fuerte al sentir el rose de la tela, pero como una campeona, me aguanto el llanto y camino hacia la puerta.
— ¿Como te sientes?—pregunta cauteloso.
Lo ignoro olímpicamente y camino hacia la cocina, sirviéndome un vaso de agua. Camino de regreso a la sala de estar y observo a Sasha recostado observando nuestro jaleo muy detenidamente.
—Hola.—sonrió tímidamente. Me saluda y me siento junto a él, muy pegada a su cuerpo alejándome de Daario, todo lo que puedo.
— ¿Puedes dejar de alejarte de mi?—gruñe Daario. Lo ignoro de nuevo, y me pego más a Sasha. Esto no esta funcionando. Me levanto y camino hacia el jardín acostándome de frente sobre el césped, no puedo hacerlo por atrás, si no me moriré del dolor. Daario se acuesta junto a mi, observando ningún punto en concreto.
—Lamento lo que hice.—suelta de repente. Volteo mi rostro furioso y le contesto.
— ¿De verdad lo lamentas?—niega apenado y baja el rostro.
—Eres un estúpido.—me levanto con sumo cuidado del césped y camino dentro de la casa. Daario me toma de la mano y me da la vuelta. —Tenemos que hablar.—suelto una carcajada y niego.
— ¿Hablar? ¡Eso lo pudimos haber hecho antes de que golpearás a Chris! ¡De que me follarás como si fuera una puta!—grito a todo pulmón, las lágrimas salen de mi rostro y me abrazo a él. Curiosamente me siento tranquila con él.
—No puedo verte con otro nena, él quiere lo que es mío.—
—Él no me quiere a mi en el sentido que tú piensas. Es gay Daario.—los ojos de Daario se amplían y me observa detenidamente.
— ¿Enserio?—
—El tío rubio es su pareja, al menos la actual, por que el chico ha conocido más traseros que un inodoro.—Daario suelta una carcajada y me besa apasionadamente. Toma su teléfono y comienza a dictar varias ordenes a quien sabe Dios.
—Esta hecho.—
— ¿Que cosa?—pregunto.
—Le he asignado un doctor privado.—
—Ni pienses que te voy a agradecer, es lo menos que puedes hacer. Siempre, debes de preguntarme las cosas ¿de acuerdo? No supongas...—asiente en silencio y ruedo los ojos.
—Ahora retomando lo que dijiste y cito "Me follarás como una puta", no lo hice nena. Me gusta rudo y me gusta marcarte, aunque debo de admitir, que no fue por las razones correctas. Perdóname.—
—Tienes mucho camino para recorrer, antes que realmente te perdone.—
Me toma de la mano y camina junto a mi hacia su habitación.
—Que sepas que el trasero me duele y no puedo ni sentarme. Y las marcas que dejaste en mis pechos y mi cuello no se quitarán asi que tendré que utilizar bastantes abrigos.—
—No te preocupes nena, te los compraré.—ruedo los ojos, acostándome junto él. Me pega a su cuerpo y lo abrazo fuerte, mientras comienza a tararear una canción, por el ritmo deduzco que es una de cuna, por que el idioma en el que lo canta, no tengo la menor idea cual sea.
— ¿Por que tienes un equipo médico en tu casa?—recuerdo la pregunta que no quiso contestarme en lo absoluto, no es normal, como él lo hizo parecer.
—Mi esposa falleció de cáncer, hace un año.— ¿Que diablos....?