Después de pasar una enorme mañana junto a Chris, regreso a la oficina, un poco más tranquila. Abro la puerta y la cierro despojándome del abrigo colocandolo en el pequeño armario ella.
— ¿A donde fuiste?—volteo mi rostro y observo a Daario de espaldas, observando como la ciudad se mueve.
—A comer.— ¿Joder? ¿Enserio Vita? ¿A comer?
— ¿Así? ¿Por que no comiste conmigo?—pregunta tratando de contener la furia en su voz.
—Recordé que tenia algo pendiente, asi que...—mis mentiras son una mierda.
— ¿Que pasa Vita? ¿Que tengo que hacer para que confíes en mi? No estoy aquí solo para darte placer, estoy aquí para hacerme cargo de ti, tus problemas son los míos. En muy poco tiempo te metiste bajo mi piel, y voy a pelear contra ti misma, si es posible para que entiendas eso.—
—No tienes por que Daario.—llevo mis manos hacia mi rostro y me siento soltando un suspiro. —Todo se esta acumulando Daario, no se si te has dado cuenta, pero soy una mierda en cuanto las personas se refieren. No quiero hacerte daño, asi que...—
— ¡Ni lo menciones!—ruge frente a mi. —No me creo esa mierda de "darnos un tiempo", estamos juntos Vita. Te dije que el acostarnos había cambiado la cosa, e incluso si no lo hubiéramos hecho, las cosas hubieran cambiado, nunca has sido solo la chica de un rato. Para mi eres importante y no importa cuantas veces te lo tenga que recordar, pero lo haré. Eres mía Vita. Siempre.—su tan característico Siempre, me hace sonreír y me subo a sus piernas, abrazándolo tan fuerte, que creo que lo asfixiare.
—Iba a mencionar que no te lo podía decir. Deja de suponer maniático.—Golpea mi muslo y comienzo a reír, observo en el suelo los restos de mi teléfono y me levanto a cogerlo.
— ¿Que paso con tu teléfono?—
—Estaba jugando y quise ver si podía encestar en el sofá.—señalo mi teléfono. —Creo que nunca seré basquetbolista...—
—Me había vuelto loco el no localizarte, creo que he estresado a tus hermanos, llamándolos cada 5 minutos.—ruedo los ojos y beso su nariz.
—Te vetaré la entrada.—vuelve a golpear mi muslo y me pega a su cuerpo sobando mis senos.
— ¿Te gustan mis senos?—pregunto de repente.
—Me encanta todo de ti nena. Solo me apeteció tocarte un poco.—sonrío y me quedo abrazada junto a él.
Escucho varios golpes en la puerta y la abro separándome de Daario.
—Señorita Muso, un regalo para usted.—asiento sonriente y tomo el paquete entre mis dedos.
— ¿Quien te lo mando?—pregunta Daario levantándose a mirar el paquete sobre el escritorio. Encojo los hombros y abro el paquete frente a su ojos.
Un Iphone color plateado se encuentra frente a mis ojos, con todos sus accesorios y en la pantalla se abre un mensaje al instante.
Para mi reina.
Esta conectado a mi.
Te amo.
— ¡¿Para mi Reina?! ¡¿Quien demonios te lo envió?! ¡Por que estoy seguro como el infierno que tus hermanos no fueron!—
—Puedes dejar de gritar. No estamos en casa, estoy en la oficina, asi que por favor baja el tono o te vas.—
— ¿Me estas jodiendo? ¿Acaso piensas que dejaré de gritar por que me lo has dicho? ¿Estas con alguien más?—
— ¡DEJA DE GRITAR!—
— ¡RESPONDE!—
— ¡No lo haré hasta que te calmes!—
Camino hacia el sanitario y Daario me pega a la pared observándome con mucha furia...
—No saldrás de aquí, hasta que me digas ¿quien diablos es?—
—No te lo diré hasta que te comportas y dejes de gritar como un maldito cavernicola.—comienza a besarme tan fuerte que creo que me va a dejar sin labios, me pego a su cuerpo y en un movimiento muy estudiado, golpeo su entrepierna y corro hacia el escritorio.
— ¡Joder! ¿Estas loca?—comienza a gritar como un crío. Tomo mi teléfono y mis cosas saliendo inmediatamente, cerrando con llave. Hoy no saldrás querido... Marco el numero de Chris y sonrío ante su tan conocido tono.
— ¡Mi reina! ¿Que te ha parecido? Lo he configurado y las llamadas que recibas serán rastreadas al instante, también le he configurado un auto hacker, eres indestructible reina.—sonrío y agradezco sentándome en la sala de reuniones.
—Gracias amor, no sabes cuanto lo aprecio. De nuevo, gracias por salvarme. ¿Cuando nos veremos? Sabes que te necesito más que nunca.—los ataques de paranoia están volviendo y lo hacen más fuerte aún que los antiguos.
— ¿Que te parece esta noche?—
—Esta noche entonces, amor. Te am...—mi teléfono es arrebatado y estampado contra la pared. Alguien esta en problemas... y me temo que soy yo. Me levanto de la silla y chillo al ver a Daario, como un loco, esta rojo de la furia y si sus ojos pudieran matarme, estaría en mi funeral justo ahora.
—Hola.—el chillido en mi voz demuestra mi miedo, observo hacia mi alrededor, tratando de encontrar una salida pero no lo puedo hacer. El esta justo frente a la salida.
—Espero que te prepares, por que el castigo será tan fuerte, que rogarás que pare.— ¿Ah?
Mi teléfono se ha vuelto hacer añicos, así que tomo mi bolso y comienzo a correr por toda la sala. Lo que Daario no sabe es que hay una pequeña capsula a mi lado que me llevara directamente hacia el primer piso, presiono el botón tras mi espalda y cuento -mentalmente- cinco minutos para que se abra.
— ¿Te dolió mucho?—pregunto curiosa.
— ¿Tu que crees?—bufa. Bueno pensé que no lo había hecho tan fuerte.
—Nuestra primera pelea oficial ¿no? Estoy esperando la reconciliación.—guiño socarrona y sus ojos se abren, al instante las puertas se abren y entro en la capsula cerrándola de inmediato. Lo último que puedo ver es su rostro aún más furioso y su nombre en mis labios.