— ¿Haces eso muy a menudo?—apuesto que mi cara ha de reflejar mi falta de entendimiento, asi que prosigue. —Salir y que estés a punto de morir.—
—Claro que no, se fue de las manos.—
—No creo que se te haya ido de las manos, el problema es que eres una irresponsable.—abro lo ojos y lo observo fijamente. ¿Me esta regañando?
—No eres nadie para reñirme.—comento recelosa como un minino que acaba de ser lastimado.
—Creo que soy todo, desde que he salvado tu vida.—
—Pues nadie te lo pidió.—
— ¿Por que eres tan cría?—
— ¿Que te importa?—el tío sale furioso dando un portazo, mientras me quedo estática en mi lugar. Una alarma me saca de mis pensamientos y volteo a todos lados buscándola, me acerco hacia la mesita junto a mi y la abro, mi teléfono comienza a sonar y puedo leer en la pantalla el nombre de Gian.
Si contesto me va a matar...
Lo cojo y lo apago al instante, pueden descubrir mi ubicación con tan solo mantenerlo encendido.
La puerta se abre y la enfermera entra con una bandeja, que no es por nada, pero huele de maravilla.
— ¿Como te encuentras?—asiento y le sonrió en agradecimiento.
—Tengo tanta hambre.—
—Lógico. No has comido en dos semanas, pero debes de comenzar poco a poco. ¿De acuerdo?—asiento y tomo un sorbo de la sopa. ¡Joder! Voy a tener un orgasmo solo con esto...
La chica toma mi presión y anota algo en una tabla, se despide y vuelvo a quedarme sola con mis pensamientos. Al instante entra un chico super alto, castaño que me observa con una enorme sonrisa.
—Un placer conocerte, mi nombre es Sasha. ¿Como te encuentras?—se acerca hacia mi colocándome una luz sobre los ojos y revisando mi rostro y mi respiración.
—Mejor de lo que creo que merezco.—
—Todo va a estar bien. Te encuentras muy débil y deshidratada, pero el antibiótico que te estamos suministrando mejorara tu condición. La droga en tu cuerpo más el alcohol no era una buena mezcla. Quiero preguntarte algo. ¿El tío llego a hacerte algo más? ¿Recuerdas todo lo que paso?—los recuerdos llegan como un balde de agua fría y entonces las lágrimas no paran.
—No sabía que la droga era tan fuerte, se supone que solo me proporcionaría un momento de relajación... Me sentía mal, asi que camine al sanitario, el tío me intercepto y trato de abusarme, por suerte vomite, el tío me pego varias veces por haberlo ensuciado. Una chica me encontró y ya no recuerdo más.—
—Entonces ¿Estas segura que no te hizo nada?—asiento y el tío me devuelve una sonrisa billante y blanca.
—Lamentablemente, la droga que te administraron era para mas o menos 10 personas. Tu cuerpo no lo resistió y por suerte para ti, comenzaste a desintoxicarte en el momento que vomitaste, sin embargo tuvimos que hacerte un lavado de estomago para desintoxicarte completamente. Estarás bien, pero deberías de buscar ayuda.—asiento en silencio, con la vergüenza a flor de piel, el doctor se retira y besa mi mano en una despedida.
La puerta vuelve a abrirse y el tío gruñón vuelve a entrar observandome de arriba hacia abajo mientras tomo un sorbo de sopa.
—Muchas gracias por haberme salvado. Y gracias por haberme traído al hospital.—
—No estas en un hospital, estas en mi casa.—