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Liam corría demasiado rápido y sentía cómo las gotas de sudor bajaban desde su frente, sabía que lo estaban persiguiendo y él sólo podía seguir corriendo más y más. Se sintió perdido, mareado, como si un profundo vacío llenara su ser y así fue, se vió a si mismo cayendo por un oscuro abismo, el castaño no entendía nada de lo que estaba pasando; lo único que sabía era que estaba terriblemente asustado. Luego varias voces comenzaron a llamarlo, a gritarle muy fuerte y él no quería escucharlas, no lo toleraba...

¡Liam!— Abraham gritó una vez más y al fin el castaño logró reaccionar, su rostro lucía muy confundido y estaba agitado. —Hasta que por fin despiertas, hijo. Me has asustado, estabas durmiendo, ¿no?, pero hacías gestos raros, como si estuvieras abrumado.
—Sí... lo siento, al parecer he tenido una pesadilla.
—Hijo, llevas días sin dormir bien, ¿por qué no vas a tu casa, descansas, haces tus cosas y regresas mañana?
—¡No!, no, Zayn puede despertar y yo no voy a estar aquí, ¿qué tal que le pase algo?, no.— Liam se acomodó mejor en asiento y se cruzó de brazos.
—Luces cansado, Liam, estoy seguro de que Zayn odiaría verte así. Sabes que él no va a despertar hasta que los médicos decidan dejar de sedarlo.
—No quiero irme, no voy a irme.— El castaño negó, Zayn llevaba siete días internado y todos esos días Liam sólo se iba a bañar a su casa y después regresaba casi de inmediato.
—¿Cómo pretendes cuidar a Zayn si no te quieres cuidar a ti mismo?

Diablos, esas palabras habían dolido.

Liam simplemente lo dejó salir y se derrumbó en pedazos. Estaba llorando delante de Abraham y ya no podía contenerse más. Su corazón dolía y sentía mucho miedo, estaba tan malditamente enamorado de aquel chico con ojos color miel, y no podía verse de otra manera.

—Liam...— Abraham se acercó e intentó consolarlo. —Debes ser fuerte, yo sé que puedes hacerlo.

El doctor Francis apareció y el castaño se levantó de inmediato.

—¿Cómo está Zayn?
—Aún está sedado, pero estable. Creo que uno de ustedes puede pasar a verlo. Sólo uno.
—Señor Abraham, creo que usted deb...
—Ve tú, hijo. Lo necesitas.

Liam no iba a protestar en lo absoluto. Asintió y caminó detrás del doctor hasta que finalmente quedaron en la puerta de la habitación en la que el moreno se encontraba.

—Puedes entrar, en unos minutos vengo a buscarte.

El castaño asintió y entró a la habitación con extremo cuidado, como si en cualquier momento podría estropearlo todo sin querer. Se dirigió hasta la camilla y se sentó justo al lado de esta. Zayn lucía tranquilo, como la mayoría de veces, y su respiración era lenta. Quería abrazarlo y decirle que todo estaba bien, pero no podía hacerlo. Sus ojos volvieron a humedecerse y maldijo interiormente por ser tan débil en estos casos.

—Te extraño tanto, Zayn.— Susurró levemente. —Te necesito aquí conmigo, ¿sabes? Extraño todo de ti.

El llanto apareció de nuevo.

—No puedo evitar pensar siempre lo peor, sabes que soy un pesimista de primera.— Intentó reír. —Sé que eres fuerte. Eres tanto para mí, mi amor, que no puedo soportar la idea de no tenerte cerca.— Liam luchaba por no derrumbarse. —Te amo con todo mi ser, Zayn. Te amo como sé que nunca volveré a amar.

Liam apoyó su cabeza en la camilla, escondiéndola entre sus brazos, sollozando. Esto era demasiado para él, no podía soportar la angustia. Zayn es el amor de su vida.

—¿Recuerdas cuando casi me rompo una pierna intentando bajar el gatito de aquel árbol?— Rió. —Sé que adoras los animales y ese día casi te levantabas tu mismo a rescatarlo. Eres tan valiente.— Liam besó su mejilla con mucho cuidado. —Realmente quiero que te recuperes pronto, bebé, ya me hacen falta esas charlas filosóficas que sueles darme...— Sonrió ladinamente y el doctor Francis entró a la habitación.

—Se acabó el tiempo, hijo.

El castaño asintió levantándose y dejó un suave beso en la frente del moreno.

—¿Cuándo dejarán que despierte?— Preguntó mientras se acercaba a la puerta.
—Necesitamos estar seguros de que su cuerpo no volverá a colapsar, debemos tener paciencia.

Liam sólo se encogió de un hombro si salió de la habitación. Sabía que sus ojos estaban rojos e hinchados y eso le molesta. No podía controlar el ser tan vulnerable cuando se trata de Zayn. Necesita sacarlo todo, se siente tan impotente, ¿cuándo llegará el día en el que él pueda estar completamente tranquilo? Probablemente nunca.

—¿Y bien?— Preguntó Abraham cuando Liam ingresó a la sala de espera.
—El doctor dice que debemos tener paciencia. Estupideces, si me preguntas.— Suspiró.
—Sabes que él tiene razón.
—Sí, también sé que la paciencia no es una de mis virtudes.

Abraham negó y el castaño se encogió de los hombros.

—Deberías hacerme caso, hijo. Ve a tu casa a descansar un rato, y si te ayuda, podrías pintar un poco, ya sabes.— El hombre mayor sonrió, dándole ánimos a Liam, quién finalmente asintió.
—Intentaré volver en la noche, así tú puedes ir a casa y descansar tambien.
—De acuerdo, me parece bien.

Liam volvió a asentir y caminó hacia la salida del hospital, una vez estuvo afuera comenzó a caminar lentamente hacia su casa, su madre probablemente no esté allí, lo que significa que deberá estar sólo. No es que aquello no le guste, sino que desde que Zayn apareció en su vida, la soledad no tiene sentido. O mejor lo definía así: Su vida sin Zayn no tiene sentido. Y quizás está siendo dramático, pero demonios, no podía evitarlo.

Caminó al frente de un restaurante y un señor se le acercó, Liam automáticamente se puso alerta, pero aquel hombre le habló con sutileza.

—Hola, disculpe, estamos ofreciendo un puesto de mesero en este lugar, recién lo acabamos de abrir; si está interesado, aquí le dejo nuestra tarjeta para que nos contacte.

Liam no sabía qué decir, tomó la tarjeta y asintió.

—No estoy completamente seguro, quizás los contacte, no lo sé. De todas maneras, gracias por su oferta.

—Mi nombre es Rodrigo, si llega a estar interesado, pida hablar conmigo.
—Sí, seguro. Mi nombre es Liam.— El castaño rascó su nuca. —Creo... creo que debo irme, gracias de nuevo.

Liam siguió su camino, aquello había sido extraño, pero por alguna razón la idea había quedado resonando en su cabeza. Había suspendido las clases de arte en la universidad faltando menos de dos semestres para terminar la carrera, igual su madre ha estado trabajando demasiado durante todo este tiempo; tal vez es hora de que él comience a trabajar también y entienda que del arte no podrá vivir jamás.





N/A: Por fin actualicé, jsjsjs.
Espero y les haya gustado el capítulo.
No olviden votar y comentar, eso me hace feliz. ♡

Si quieren una dedicación, pídanla, ya saben.

Nath.

broken pieces // ziamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora