CAPITULO 6.-

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―¿Están consientes de lo que su presencia aquí significa?― preguntó Gabriel. Tenía un gran tarro de cerveza en la mano.

Adam y Abel intercambiaron una mirada de incomodidad, pues era muy extraño que su mentor bebiera de esa manera, sin control alguno.

Julián bajó la mirada al suelo, mientras que la bruja veía directamente a Gabriel, sin temor de su furia. Eso hizo que Adam se preguntara si de verdad ella estaba ahí o era uno de sus espectros.

Ella no tenía ese borde irregular que mostraban sus ayudantes pero no podía confiarse, pues estaba cansado y ella perfeccionaba su técnica cada día. Sus ojos eran de diferente color, uno plateado y otro negro. Su cabello negro tenía enredadas hojas y su piel pálida estaba lo suficientemente visible como para que Adam decidiera que era en verdad ella y no uno de los espectros, así que muy lentamente dio un paso más hacia su hermano y uno más lejos de ella.

―El rey está impaciente― respondió Diana con una voz de ultratumba.

Adam tragó saliva y su hermano simplemente evitó mirarla, aún cuando hablaba.

―El rey ha esperado casi veinte años, no entiendo porque está impaciente ahora―gruñó Gabriel desde su asiento.

La bruja rechinó los dientes. Adam y Abel se llevaron una mano a sus respectivas espadas. El hermano mayor pudo captar el movimiento fuera de la tienda, donde los otros guerreros Élite vigilaban.

―Anochecerá pronto, mi señor― dijo Julián con su tono mortalmente aburrido. Aquel que tanto sacaba de quicio a las personas en el palacio. Todos tomaban a Julián por un hombre sin espíritu, pero no era así para Adam, pues no se dejaría engañar por una cara tan simple como esa.

Gabriel se acomodó en el asiento y bebió el resto del contenido en el tarro, para luego lanzarlo al otro lado de la tienda. Los tres hombres miraron aquel gesto, pero la bruja simplemente dibujó una sonrisa burlona. Lo que sea que estuviera pensando, mas le valía no decirlo en voz alta.

Adam abrió la boca para decir cualquier estupidez que acabara con ese incomodo silencio, cuando la entrada a la tienda se movió.

Marion apareció con un semblante relajado, pero una postura preparada.

―Señor― dijo después de mirar a todos en el lugar―. Taisha dice que tiene nueva información sobre la chica y...

―¿Puedo verla?― preguntó Diana. La voz de la bruja vibró con ansiedad.

―No― respondió Abel cortante.

Ella lo miró, no de una manera desafiante, sino, mas bien divertida.

―Detecto algo de hostilidad...

Abel dio un paso al frente, pero Adam colocó una mano sobre su hombro.

Julián respiró fastidiado y avanzó hacía Gabriel, metiendo una mano en la manga de su túnica y sacando un pergamino amarillento, marcado con el símbolo de la luna.

―El rey envía una carta para usted, mi señor― dijo con calma.

Gabriel arrebató el papel de sus manos y lo abrió con agilidad, a pesar de su borrachera sus movimientos eran calculados. Leyó lentamente y la cerró con fuerza.

―Fuera de aquí, Marion― ordenó el jefe y el guerrero obedeció―. Escribiré una respuesta para el rey.

―¿Eso es todo?― preguntó Julián con una pisca de desagrado. Sus cejas casi juntándose en un gesto claro de molestia.

El Último OráculoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora