Hola!
¿Cómo están?
Aquí les dejo en nuevo capítulo, espero que les guste. Les informo que ya hemos llegado a la pagina 400!!
Les dije que sería una historia muy larga :3
¿Que les ha parecido hasta ahora? Sus comentarios me ayudan a mejorar.
Muchas gracias por leer, los quiero mucho!
Pd: Puede haber algunas escenas fuertes en este capítulo, advertencia.
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En contra de cada pensamiento, su fuerza de voluntad fue reducida a cenizas. En cada ocasión la perdida de pensamientos era lo que más lo enfurecía. No poder decidir y actuar por instinto... tal vez ni era tan diferente de cuando era un hombre.
El equinoccio, las noches sin luna, la maldición de los Seres... Todo lo consumía mientras su cuerpo cambiaba, y el hambre lo atormentaba. Tenía que devorar bestias salvajes, animales o robar algún cadáver de los carroñeros para evitar lastimar a algún inocente. Al menos aun podía conservar eso. A la bestia sin forma tampoco le gustaba lastimar a los demás. Y la única cosa que podría llegar a agradarle de ese ser amorfo, era la capacidad de ver a través de sus ojos, la belleza y simpleza en cada cosa, aunque eso no le impedía caza para comer, porque el hambre era insaciable.
Sintió el cambio cuando estaba casi a la mitad del camino entre los abismos. Siempre era una ligera brisa que lo atravesaba hasta los huesos. Para después convertirse en una clase de dolor únicamente soportado por los entrenamientos con... con... los nombres eran difíciles para las bestias.
Un fuerte tirón en su espalda, a la vez que sus ojos empezaban a sangrar, los dientes se caían, uno por uno. Las escamas resbalaban de su piel, las uñas se desprendían en la tierra. Un aullido de dolor atravesando por su pecho para subir a su garganta y gruñir a la luna por la terrible maldición.
Aprovechando sus últimos momentos en esa piel cambiada, corrió en dirección al bosque, cuando sus ojos recuperaron el color, su piel el tono pálido, sus dientes una forma normal, cada parte de él volvía a ser humana.
Y cuando no pudo más, dejó que su cuerpo se derrumbara entre el musgo y las piedras del bosque.
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Las velas se agitaban con el viento. Un viento cálido y húmedo, que en otras circunstancias la habrían puesto de buen humor. Pero no ese día, no cuando el mismo mar golpeando contra el muelle de los barcos mercantes en el reino del Oeste, cantaba una canción, una que solamente ella parecía escuchar.
Era un día tranquilo, con los barcos a punto de zarpar, habían descargado las mercancías el día anterior.
Taisha los vigilaba con cuidado. Sabía quiénes eran, conocía sus movimientos, cada respiración, cuántos hombres trabajaban en ese barco. Absolutamente todo.
Salió de entre las cajas cuando Gabriel de dedicó un asentimiento desde las sombras del otro lado del muelle.
El Caribdis zarpaba con esas bestias humanas a bordo. Los había observado beber hasta cansarse la noche anterior.
Ella corrió, evitando a las personas que caminaban por el muelle, el olor a pescado calando profundo en su nariz, un paso, una respiración y se preparó para tomar impulso, saltando, vio volar sus pies a través del pequeño espacio de agua salada, hasta que sus manos cubiertas por guantes hasta el inicio de los dedos, se cerraron con fuerza, haciendo crujir la madera del barco.
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El Último Oráculo
FantastikUn poderoso reino. Dos experimentados asesinos. Tres leyendas para niños. Cuatro reyes que luchan por un mundo. Cinco diferentes criaturas. Seis guerreros de Élite. Siete elementos del destino. Ocho hijos que quieren un trono. Nueve décadas de...