CAPÍTULO II: Bienvenida a Wonderland

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        Alicia estaba cayendo en un agujero muy profundo. Lo sabía, lo sentía. Notaba el viento revolviendo su pelo, y ese cosquilleo que se siente en el estómago cuando uno cae libremente al subsuelo. Al principio, todo era oscuridad a su alrededor; no era capaz de distinguir con claridad ni la palma de su propia mano. Curiosamente, reparó en cómo su conejito de peluche  se había sumido en aquella caída también, dando continuas vueltas en el aire a pocos centímetros de ella.

         La velocidad a la que descendían era vertiginosa, y Alicia no pudo evitar soltar algún chillido de cuando en cuando. Por suerte, el agujero parecía no tener final y aquello, mientras no llegara a ver el suelo, resultaba curioso como poco. Inesperadamente, la chica chocó de forma brusca contra una pared terrosa, húmeda, dándose un buen golpe en la cabeza. Mientras se frotaba la cabeza, observó cómo pequeñas luciérnagas pasaban a gran velocidad a su alrededor, alumbrando ligeramente el escenario. Empezó a vislumbrar cosas en el fondo; había setas de colores que corrían por los muros del agujero e iluminaban sus dimensiones, hojas de cristal que se rompían con su tacto, libros que flotaban por su propia cuenta, sillas, tinteros que escribían solos, y metros y metros de tierra dura y rugosa por los que caer. El túnel era estrecho, en el cual apenas cabía una persona, pero parecía ensancharse a cada segundo que pasaba.

       De pronto, aparecieron de la nada objetos tan típicos -¿típicos dentro de una madriguera?- como enciclopedias de tapas gruesas y relojes cuyas manecillas no dejaban de girar; pianos y sillones de aspecto confortable, espejos y muñecas, que caían a distintas velocidades y en distintas direcciones. Alicia intentaba evitar todos aquellos obstáculos, pero la velocidad de caída era tan inmensa que resultaba imposible esquivarlos de ningún modo. El agujero era terriblemente enrevesado; giraba en forma de espiral, avanzaba hacia arriba y luego continuaba en horizontal, pero nunca se detenía. Al poco rato, Alicia se acostumbró a la sensación de vacío, dejándose llevar por el inesperado viaje, tratando de no dejarse algún miembro del cuerpo contra una estantería o las patas de una cama.

      "Qué extraño. Si sigo cayendo así, ¿llegaré a agujerearme la cabeza por el otro lado?"

       Más tarde, entrevió una luz blanquecina que apareció súbitamente bajo sus pies -o su cabeza, dependiendo de en qué giro se encontrase- y acabó cayendo por ella. ¿Sería aquel el final  ansiado del viaje?

      Ahora, el estrecho orificio se había transformado en un espacio infinito a la vista, lleno de objetos flotantes y extraños. Alicia se hundió entre cartas de póquer, libros de títulos ilógicos y confusos, botellas de anís en las que ponía Bébeme, espadas de puntas redondeadas, mazas de espinas, llaves de diferentes formas y tamaños, y más espejos, ahora rotos, en los que cada reflejo era distinto. En sus oídos comenzó a notar una incómoda presión, un zumbido que le agitaba la cabeza como las ruedas de un carruaje. Vio que a su lado, su conejito seguía cayendo ingenuamente, ajeno a todo lo que a su alrededor sucedía. Con dificultad, lo cogió con una mano, apretándolo fuertemente contra su pecho para calmar sus nervios, mientras sentía que cada vez bajaba más y más deprisa. Ahora el viento se empezó a transformar en voces que apenas la dejaban respirar...

Alicia... Alicia... Llegas tarde... Alicia vuelve.... Alicia, no sigas... Alicia.... No sobrevivirás... Alicia... Niña loca... Alicia... Estúpida niña... Alicia.... BIENVENIDA A WONDERLAND...

-            Acabemos con esto de una vez .

           Empezó a descender a una velocidad todavía más asombrosa, tanta que ya no podía oír las voces que le hablaban, y los objetos se volvieron invisibles. Sientía una fuerte presión contra su pecho, y vio cómo un líquido brillante se extendía lentamente sobre ella, cubriéndole todo el cuerpo; se le introducía por la boca y le tapaba los ojos completamente. La velocidad era tal que estuvo al borde del desmayo. Pero logró sacar las fuerzas suficientes de Dios sabe dónde. Aspiró una inmensa bocanada de aire, se encogió y dejó salir de su más profundo interior una luminosa explosión de luz.

WONDERLOST: El Proyecto de Alicia #OreosAwardsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora