Guerra Fría (Literalmente)

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-          Alicia, Alicia... ¡Alicia, despierta!

Alicia se despertó en medio de una absoluta oscuridad. La poca luz que penetraba a través de la cabaña provenía del azulado amanecer que brotaba en el exterior. Dodo estaba de pie delante de ella, cargado de mil cosas y con los ojos alterados. La adrenalina le estaba jugando una mala pasada.

-          ¿Qué... qué? –balbuceó mientras se levantaba

-          Es hora de partir, Alicia. Ya ha amanecido.

-          ¿Qué? Me... me he debido de quedar dormida... -murmuró mientras se frotaba los ojos con insistencia

-          Pues espero que hayas descansado, tenías que estar preparada hace una hora.

-          ¿Y por qué no me despertaste entonces?

-          Lo intenté, pero no contestabas. Estabas como inconsciente.

-          Puede, yo tampoco sabía que me había dormida.

-          Eso es más normal. ¿Partimos?

-          Sí, sí, claro. Dame un momento, por favor... -pidió con un amplio bostezo- Ahora voy...

Dodo cedió nervioso, saliendo de la cabaña con paso gracioso. Alicia se desperezó del todo, se colocó bien el abrigo de Grettha, se ató las rejillas de metal a las botas y salió al exterior.

Todo estaba en un mudo silencio, nadie había salido a despedirla tal y como ella había pensado. Lo único que había dibujado en el suelo eran las recientes huellas de Dodo, el resto se habían borrado a causa de la ligera nieve que caía desde el cielo sin descanso. El silencio era tal que incluso creyó oír cómo los copos de nieve se depositaban sobre el suelo, despejando y creando un nuevo lienzo en blanco sobre el que dibujar otra tragedia. Creaban una melodiosa cancioncilla, como si fuesen diminutos carillones, una de esas armonías que se escucha antes de un gran susto, o una gran batalla. Sin embargo, resultaba relajante, hipnótica.

-          Tal vez por eso se duerma tan bien aquí...

El frío comenzaba a entumecerle la cara, así que decidió que era el momento de partir. No pensó en despedirse, odiaba las despedidas. Sobretodo si no había nadie a quién decir adiós.

Se ató con fuerza las redes que le había entregado Korggan el día anterior y se subió la capucha del vestido por completo, tratando de dejar al descubierto cuantas menos partes de su piel posible.

-          Ya estoy lista –le dijo finalmente a Dodo

-          Muy bien, súbete   y nos vamos. -indicó, señalando su lomo.

-          ¿Seguro? -formuló sin demasiada tranquilidad

-          Confía en mí. Soy más resistente de lo que parezco.

"¿Si un pájaro fuese resistente, acaso se habría extinguido?"

Alicia se subió a Dodo con delicadeza y, efectivamente, parecía que aguantaba lo suficiente. Pero tuvo que hacerse un hueco entre tantos artefactos que llevaba encima. Lamayoría de ellos probablemente in'ñutiles. Aún así, como sentía que a cada paso se resbalaba por la espalda, se aferró al cuello del pájaro.

El horizonte estaba pálido por completo, envuelto en una misteriosa e infinita nube de niebla desconocida. Un horizonte cual papel en blanco, pendiente por aún por escribir y mancillar con versos baratos. Aún sentía el no haberse despedido, por lo menos de Korggan y Grettha, pues unas cuantas palabras de apoyo no habrían estado de más. Por alguna razón, se sentía sola, pero le calmaba la copla que interpretaban los copos de nieve. Aunque, mientras abandonaban el poblado, creyó ver escrito algo sobre la ésta. Algo con garra felina...

WONDERLOST: El Proyecto de Alicia #OreosAwardsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora