Desafío Sangriento

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A medianoche aproximadamente, fue cuando unos pasos rítimicos pasos la despertaron. Sentía la cara seca y ardiente a causa del abrasador calor del fuego, ya casi extinguido. Se frotó con fuerza los ojos, que no tardaron en acostumbrarse a la tenue luz de la noche. Un pájaro muy raro, con un gran pico anaranjado y un uniforme negro de corazones rojos bordados se había plantado justo delante de ella.

-          ¿Alicia? –susurró con precaución el animal.

-          ¿Sí? –dijo, aún somnolienta

-          Soy el Sr. Dodo, -se presentó- pero me puedes llamar Dodo, sin más. Korggan me avisó para que te llevase hasta el reino de la Reina Roja.

-          ¿Ya? ¿Tan pronto?

-          ¡No, no, no! No hace falta partir ahora. Sólo te he despertado para saber sin necesitabas algo para el viaje.

-          Un pellizco para despertarme sería de gran ayuda. De pronto no me parece tan buena idea lo de enfrentarme a la Reina –asguró entre balbuceos, mientras se daba la vuelta intentando recuperar el sueño.

-          ¿Acaso no era eso a lo que habías venido? ¿Tan pronto te quieres ir?

-          ¿Y si fracaso? No sé lo que podría pasar.

Aunque ahora sólo quería dormir.

-          ¿Tienes miedo a fracasar? ¿Por qué? No tienes que tenerla miedo.

-          ¿De verdad?

-          No, pues, posiblemente, tendrás que enfrentarte al Jabberwockky antes.

-          Oh, es verdad. Se me había olvidado esa parte de la  pesadilla... Da igual, acabemos esto cuanto antes –aclaró, sentándose en el suelo y dando un sonoro bostezo-. Prepárate para partir. Quiero que me dejes exactamente ante las puertas del reino, ¿entendido?

        Dodo asintió obediente, saliendo corriendo al instante de una forma muy graciosa hacia la puerta. Alicia se sentía de mal humor, odiaba que la despertasen, prefería ir a su ritmo. Además, si alguien la despertaba mientras tenía una de sus pesadillas, ésta era capaz de aferrarse al cuello del ignorante y sacudirle violentamente gritándole "¡¿Por qué me has despertado?! ¡¿Por qué me has despertado?!" Siempre quería saber cómo acababan sus sueños, por muy horribles que fueran.

        Salió de la cabaña y contempló el estrellado que se sostenía sobre su cabeza. Las estrellas eran diferentes a las que se veían en Dreamlost. Éstas recordaban a una tarde de verano, llena de libertad e independencia, se movían, titilaban. Pero, a medida que la vista se acercaba a las estrellas del norte, éstas se volvían pequeñas y rojas, desapareciendo en un cielo colorado y uniforme, parecido a un atardecer perpetuo. En aquel momento, Alicia deseó no haberse metido en tal embrollo. Tal vez la mejor solución hubiese sido escaparse del manicomio y huir lo más lejos posible...

        ¡No, esta vez no! Ya era hora de enfrentarse a sus miedos. Sí, eso. Se enfrentaría a la Reina  ¡y a mil si hacía falta! Había elegido su camino y no podía dejarlo atrás, no ahora ¡Era el momento de salir de su escondite y actuar! Cambiaría el mundo, cambiaría Wonderland.

        En aquel momento, mientras se mantenía absorta en sus más profundos pensamientos, escuchó varios inquietantes gritos, quejidos y lamentos a la entrada del poblado que recorrían cada fibra del cuerpo con un punzante escalofrío. Intrigada y alarmada al mismo tiempo, corrió hacia allí, desenfundando la espada Vorpal por si acaso. El poblado entero, el cual era muy escaso, estaba reunido en torno a un carromato. Un carro negro lleno de afilados clavos y pinchos por doquier. Arrodillados ante éste, había varios centauros y sátiros que gemían y golpeaban el suelo, o sujetaban algo entre los brazos.

WONDERLOST: El Proyecto de Alicia #OreosAwardsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora