CAPÍTULO VI: Polen Indigesto

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          Alicia se encontraba en el interior de la rosa sobre la que había caído. Ésta se había cerrado por completo, protegiéndola del  nuevo mundo al que se iba a enfrentar hasta que despertase. Era increíble la magnitud del tamaño de la corola, a no ser que algún tipo de poción encogedora hubiese atravesado la garganta de la chica de nuevo. 

        Alicia volvió de su extraño trance con un la´nguido suspiro, y contempló lo mismo que yo acabo de escribir. Los pétalos de la rosa eran ligeramente translúcidos, creando un entorno sereno y relajante, como el de un templo o una cueva secreta más allá de la cascada. El aroma que allí brotaba era embriagador, suave y delicado. Mejor que cualquiera de los caros perfumes con los que se embadurnaban las damas que paseaban por la Plaza Mayor los domingos.

        Se incorporó lentamente y empezó a palpar los pétalos, empujándolos para que se abrieran. Entonces la flor se separó elegantemente, mostrándole a Alicia todo un paraje nuevo. Sin lugar a dudas, había encogido misteriosamente, pues el paisaje estaba formado por hileras infinitas de flores extrañas y hermosas, del tamaño de un edificio de dos plantas, o incluso más. Cada brizna de hierba era similar a un árbol, y una hormiga llegaba a ser tan útil como un corcel.

“Cuando empequeñeces, puedes ver mejor las cosas que son casi invisibles cuando eres grande”

        Nunca antes había contemplado con tanto detalle un simple jardín, tal vez porque nunca fue tan pequeña o porque había pocas flores en Dreamlost. Ágata era la única que encontraba plantas decentes todas las semanas de primavera,  conocía mejor que nadie lo que había cuatro pasos mas allá de la ciudad.

“Nadie lo sabe, y no entiendo por qué, pero a unos escasos metros del final de la ciudad se extienden unos preciosos bosques frondosos y unos campos de los cuales es imposible ver el límite. Todas las primaveras se llenan de flores, y yo tan sólo recojo unas pocas ¿Te imaginas que clase de flores habrá más allá de esos campos, Ali? En cuanto consiga salir de aquí, lo averiguaré. Y luego te llevaré a ti, iremos juntas. Haremos enromes ramos y con ellos decoraremos la ciudad entera, así dejará de ser tan sombría... Y tal vez podamos hacer un picnic con ese gato del que tanto te oigo hablar.”

        Hacía años que mantuvieron esa conversación pero, por lo visto, Ágata había olvidado su promesa. Y por ello, Alicia iba ser la primera en descubrir qué clase de flores había más allá de esos campos, fuesen reales o ficticios.

        Se incorporó y saltó del interior de la rosa sin pensarlo. Se deslizó entre varias hojas y briznas de hierba, aterrizando sobre la tierra húmeda, ensuciando ligeramente el abrigo de piel con barro.

-          Uff, qué calor hace aquí. -se quejó, quitándose el abrigo antes de asfixiarse por la humedad.

        Lo dejó a un lado, sobre el césped, y respiró de nuevo el fresco aire impregnado de un melodioso aroma.

-          Es un lugar precioso, lo cual no es buena señal. Se supone que tendría que estar más cerca del Reino Rojo. Este lugar tendría que estar hecho de sangre y cenizas.

-          Escuchar es la única manera de aprender, Alicia. Pero por lo visto tu curiosidad es tan arrolladora que careces de esa facultad.

La chica rodó los ojos.

-          Ya me empiezo a cansar de tus entraditas, gato. Este viaje está resultando ser de nada menos desquiciante. Se supone que tendría que estar enfrentándome a esa maldita Reina. ¿Es que no hay una manera fácil de llegar hasta allí?

WONDERLOST: El Proyecto de Alicia #OreosAwardsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora