CAPÍTULO IV: Aguas Estancadas

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Sin duda alguna, se encontraba dentro del mar. A pesar de que todo estaba oscuro, Alicia pudo notar un frío repentino, que se agudizaba lentamente a medida que descendían. Curiosamente, no le hizo falta ni un momento volver a la superficie. Sintió como si no necesitase el aire para sobrevivir, ya no necesitaba respirar:

-          ¿Estaré muerta?- pensó.

Pero era imposible, o eso sospechaba, ya que sentía la enorme aleta de la Falsa Tortuga arrastrándola a través de aquel misterioso mar. A medida que progresaban, fue notando como si algo pegajoso se estuviese posando sobre ella, pero esa sensación desapareció pronto.

Por fin, en una zona profunda, sobre un saliente, se podía vislumbrar una tenue luz verdosa posada en mitad de ninguna parte. Alicia distinguió algo de lo que la rodeaba; agua y roca, no había nada más. Y también pudo entrever el perfil de su escuálido amigo.

Cuando llegaron al saliente, Alicia contempló que había una puerta de madera semipodrida, con un letrero oxidado en el que ponía de forma más o menos clara “Aguas Estancadas”.

-          Un sitio muy pintoresco, me atrevería a decir.

-          Tal vez deberías dejar el sarcasmo para situaciones más adecuadas –indicó Tortuga-.  Piensa que tú vienes sólo de visitante, los demás tenemos que vivir aquí.

-          ¿Y qué clase de lugar es? Quiero decir, ¿qué parte de mí?

-          Es un lugar tan efímero, tan moldeable y extraño, que nadie lo sabe con certeza. Tal vez sea varias partes de ti a la vez, o tal vez  ninguna. 

-          Ajá... Ya -entonces carraspeó su garganta- Oye, yo... quería darte las gracias, ya sabes, por haberme ayudado antes.

-          Oh, claro, sí... Supongo que eso es lo que hacen los amigos...

-          Amigos... –repitió-. Sí, supongo que podemos serlo.

-          ¿Y has-?

-          ¿Recuperado el caparazón?- finalizó mientras se lo entregaba.

-          ¡Oh, fantabuloso! ¡Por fin, otra vez unidos! ¿Y cómo lo has hecho? ¿Cómo has hecho que la Duquesa te lo diera?

-          Tuve que hacerla razonar al principio, pero acabó cediendo ante mis inquebrantables argumentos...

-          Genial –repitió inocentemente Tortuga mientras se colocaba el caparazón de nuevo-. Oh, incregenial, me vuelvo a sentir yo. Gracias, niño.

-          Bueno... supongo, que para eso están los amigos.

-          ¿Y sigues creyendo que soy tu parte cobarde?

-          Bueno, no eres el héroe del siglo –indicó graciosa-, pero debo reconocer que hasta los más cobardes pueden hacer proezas. Tal vez te haya subestimado.

-          Creo que ambos lo hicimos mutuamente –admitió Tortuga.

-          Tal vez..

-          Bueno, esta es tu parada. -suspiró finalmente, contemplando orgulloso la imponente puerta- Yo he de volver al trabajo. Mi tren no viaja solo, ¿sabes?

-          ¿Así que me vuelves a dejar sola?

-          No necesito tu ayuda, y tú tampoco la mía.

WONDERLOST: El Proyecto de Alicia #OreosAwardsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora