Nada Es lo que Parece (Aunque a Veces sea Mentira)

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              Alicia no miró atrás, ya que lo único que hacía era correr de un peligro del que no estaba segura fuese existente. Se metió por varios agujeros entre las rocas, lo suficientemente pequeños para poder pasar un ratón. Cuando sintió que por fin estaba a salvo, se detuvo en seco y comenzó a sentirse terriblemente agotada, pero a la vez culpable, pues estaba angustiada por haber dejado a Cheshire a su suerte. Especialmente teniendo un pedazo de la misteriosa espada Vorpal de su lado. Aunque fuera demasiado pequeña, nunca se es lo suficiente como para no hacer nada de nada...

           Se cuestionó si, cuando llegase la oportunidad, sería verdaderamente capaz de utilizar la cuchilla tal y como sus cualidades se merecían. A fin de cuentas, jamás había luchado con un arma blanca, ni siquiera la dejaban cortar las verduras en el orfanato sin una mirada pendiente de sus movimientos. ¿Cómo iba a ser capaz de arrebatarle la vida a otro ser, por muy monstruoso que fuera? Pero pensó que no era el momento de debatir aquellas cuestiones, pues todavía no tenía que enfrentarse a nada que no fuera una maleza mal puesta en el camino, así que decidió proseguir su viaje.

           Aún reinaba una humedad algo agobiante, y las gotas de rocío que quedaban incrustadas en las enormes hojas de las plantas relucían como diamantes de agua. Eran preciosas, siempre y cuando no  resbalaran y cayesen encima de la diminuta Alicia, quien se acabó duchando más de una vez.

          Pronto encontró un nuevo lago, de aguas tan cristalinas como las de su Cascada de Lágrimas. Pero era pequeño, muy pequeño. Si Alicia tuviera su estatura habitual, sería más bien un charco, pero desde aquella perspectiva parecía la laguna del parque que alguna vez había cruzado en barca.  Cerca de allí se podía oír un incesable lloriqueo. Alicia avanzó de forma precavida, con miedo a poder caer en alguna pretenciosa trampa, pero en cuanto cruzó varios tallos, siguiendo aquellos incesables sollozos, descubrió que sus miedos habían sido infundados.

         Los llantos provenían de una enorme vaca blanca, con aletas en vez de patas, que no dejaba de lloriquear y secarse las lágrimas con sus escamas verdosas. ¡Ella era la que formaba aquel charco con sus propias lágrimas! Alicia titubeó unos instantes, pues podía ser un adversario, y su ego pensó que era mejor pasar de largo y abandonar a aquella criatura. Sin embargo, tal vez por su llanto o por su escuálida apariencia, no pudo hacerlo.

          A la mente le vinieron todas las veces que le habían hecho aquello a ella; cuántos habían corrido de su lado, atemorizados, cuando todo lo que necesitaba era una simple mano amiga a la que aferrarse. No podía castigarse a sí misma de aquella manera. No sería lógico.

"¿Qué pasa cuando un cocodrilo llora de verdad?"

-         ¿Qué te ha ocurrido? ¿Se ha muerto alguien? –le preguntó a la vaca, acercándose con cautela.

-         No, mucho peor... -aseguró entre lágrimas, reparando en la diminuta chica.

-         ¿Qué puede ser peor que la muerte?

-         ¡Muchas más cosas de las que imaginas! ¡Tropemiles más! La mía ha sido la peor de las desgracias... He... ¡he perdido mi caparazón de tortuga! –prorrumpió, rompiendo de nuevo en el llanto.

-         Y... ¿eso es todo? No es por ofender, pero me parece muy poquita cosa por la que malgastar tantas lágrimas. Podrías deshacerte como una esponja.

-         Pero estoy triste... No puedo evitarlo...

    Y aquello era verdaderamente verdad, pues a veces guardárselas dentro dolía mucho más. Quién iba a saberlo mejor Alicia, quien tenía un río entero para ella sola.

WONDERLOST: El Proyecto de Alicia #OreosAwardsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora